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ivett mendoza herrera 

Se trataba de un pueblo peculiar, sin duda alguna. Todos aquellos vecinos, amigos, compañeros de guardería, de colegio, de infinitas aventuras se habían reunido en la sala de vistas para apoyar en la medida de lo posible al miembro más querido y relevante de la comunidad; de esta manera, aquél pueblo demostraba su singular sentido de la justicia: plantar cara al poder exhibiendo su descontento por las acusaciones del Ministerio Fiscal.

Por ello, a pesar del nerviosismo que sentía, logró sobreponerse aspirando el vigoroso aroma a especias que llevaba siempre encima. Y recordando sus vicisitudes en su carrera como abogado.

Últimamente, su trabajo se concentraba en atender un par de consultas a través del correo electrónico, y le daba la sensación de que hacía siglos que no entraba un cliente en su despacho. A pesar de ello, la tarifa por llevar aquél embarazoso asunto no iba a ser precisamente exigua.

 

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