MI MAESTRO
GEMA GARCÍA COLADO · LEÓNSe oyen ecos lejanos, ecos de viejas historias de despacho, de respeto, de optimismo…los trae el viento; me llegan sentada delante del ordenador, intentando saber qué harías tú y cómo reaccionarías ante los problemas de la profesión y de la vida misma. De repente, recuerdo el día que viniste a comer a mi casa del pueblo, un día precioso en la montaña, recuerdo el olor a carrilleras un poco cargadas de especias, pero sobre todo recuerdo que quería mimarte, cuidarte, exprimir cada segundo contigo, estabas tan débil… ¡Qué poder tiene el viento!.
Hoy, dos meses después, la electrónica nos cita a comer a todos los que trabajamos contigo, ya casi no te tienes en pie, sólo puedo sujetarte y sonreírte; cuánto me duele verte así, mi maestro, mi amigo, mi segundo padre, pero ese dolor es una tarifa muy pequeña que pago feliz por haberte conocido y disfrutado.