Imagen de perfilDESIGUALDAD DE ARMAS

Juan José Castillo Peñarrocha 

Sentado en el banquillo, el joven acusado observaba a su alrededor, sin alcanzar a asimilar los básicos pormenores de un proceso del que él parecía ser uno de los protagonistas.
Lucía, ufano, gorra de skater con la visera sobre la nuca y el mismo atuendo colorista con el que había sido detenido al intentar revender, en el mercadillo de los viernes, una sustraída cesta de conservas de frutas tropicales con una fecha de caducidad sobrepasada. Un tatuaje tribal engalanaba su brazo izquierdo.
Llamaron poderosamente su atención los vistosos encajes de las puñetas que adornaban las togas de su señoría y del representante del ministerio fiscal. De pronto, con absoluta decepción, se apercibió de que la toga del abogado del turno de oficio no lucía lo que él interpretó como galones.
Rápido de reflejos, solicitó, a través del intérprete, la inmediata anulación de la vista, ante la clamorosa desigualdad de armas.

 

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1 comentario

  • Es ésta mi tercera participación en el concurso y mis relatos han sido seleccionados en dos ocasiones. No puedo pedir más.
    Además, una docena de colegas habéis votado mi relato. Intuyo en cada uno de vosotros esa exquisita sensibilidad hacia el desfavorecido, hacia el vulnerable, hacia el débil, que me lleva a identificaros, sin duda, como personas solidarias.
    La sencillez de lo cotidiano encierra multitud de situaciones de desigualdad que no pueden pasar desapercibidas. Muchas gracias por vuestro apoyo.