Sucedió en un pueblo de la «costa da morte»
sebastian barranco ledoLos pescadores faenan mar adentro. Mientras, las mujeres aguardan, confeccionando puñetas de encaje para la magistratura capitalina.
En la taberna del puerto, un viento racheado abre las puertas de golpe. Aparece un forastero. Con una seña, pide café y aguardiente. Por la manga del chaquetón le asoma un tatuaje, y los parroquianos entienden que es hombre de mar.
—Este café levantaría un muerto —dice el tabernero—. Eso sí, tiene fecha de caducidad —añade, guiñando un ojo—: si deja que enfríe, va a llevarse una decepción.
Al fondo, don Leandro, el abogado, relata la efeméride local: el fatal hundimiento de un mercante extranjero tal día como hoy, hace cien años. —Según las leyes del mar, al capitán le habrían caído otros tantos. Quien hace un cesto hace ciento.
Entonces, un resplandor ilumina la taberna. El forastero se funde con la luz, emprendiendo nuevo rumbo.
El capitán ha cumplido su condena.
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Buen relato, Sebastián!!!
Me gusta ese aire de misterio, de fantasmas. Un enfoque original, bien urdido («Este café levantaría un muerto»).
Ahí va mi voto!
gracias por el comentario y el voto, Amparo
me ha costado urdir la trama para que todo «encaje» jeje
te voy a corresponder con otro latinajo, quid pro quo, y te pongo mi voto
saludos
Hola, Sebas.
Ande andabas??
Qué gran historia te has sacado de la manga (no sé si con puñetas o sin ellas).
Me gustan mucho los cuentos que tienen ese aire de leyenda. Enhorabuena y muchísima suerte, compañero.
Abrazos.
Hola towanda!
encantado de estar de vuelta en tan grata compañía
sabía que iba a ser de tu agrado ;)
gracias y suerte también