Esta boca es mía
Juan Antonio Vázquez AlcayadaNació con un pan debajo del brazo y la capacidad innata para la interpretación que le dejó en herencia su padre, un cómico frustrado. La carrera de abogado llegó después por uno de esos extraños bretes de la vida.
En su primer caso tuvo que litigar contra un poderoso bufete de una multinacional china; y perdió. Y así uno tras otro. Por eso aprovechaba los alegatos para, Stanislavski mediante, ensayar los papeles de las audiciones que le darían otra oportunidad en la vida y le alejarían sin pérdida de tiempo de aquel infierno de agravantes, venias, occisos y otros tantos del que siempre salía derrotado: igual interpelaba testigos envuelto en la fatiga de Segismundo, que exponía como Tartufo; o exhibía el valor de Hamlet al solicitar absoluciones imposibles. El caso era declamar, como Don Juan.
Seguía sin ganar, pero al menos cuando terminaba toda la bancada se levantaba y aplaudía.
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Sin duda se le daba mejor declamar que reclamar.
Muy bueno.
Suerte.
Gracias Rafa !! :)
El alma del protagonista clama una vida de farándula, y si bien en la abogacía se teatraliza bastante, su felicidad pasa por atesorar conocimientos con el método y virar su camino en busca de su verdadera vocación. Un relato con tu impronta de calidad, Juan Antonio. Un voto junto a mi abrazo
Hola Salvador. Un abrazo de vuelta. Muchas gracias por pasarte por aquí y por tus palabras. :)
Lo cierto es que al demandante se le llama también «actor», y a la parte demandante, «actora» (que no «actriz», aunque para alguna diputada deba ser «actriza» -¡manda narizas!). Y a algunos trámites procesales, «actuaciones». ¿Por qué será?
Desde luego, los buenos abogados tienen que ser excelentes actores. Pero no tengo claro que deban formarse en el Actors Studio o seguir el método de Stanislavsky. A veces es mejor utilizar la técnica de los antiguos happenings teatrales. O ser espontáneos y nada impostados. O, como sostenía León Felipe, no decir los versos como el cómico viejo o, lo que es lo mismo, no decir los alegatos como el abogado viejo.
Suerte, Juan Antonio.
Hola Manuel. Cuánta razón tienes !!! Muy curioso el vericueto terminológico que describes. Un abrazo y gracias por comentar.