EL CORREDOR DE LA SUERTE
Eva María Cardona Guasch“Visto para sentencia”. Acaba el juicio. Finaliza la conexión. Cuelgo la toga. Vuelvo al trabajo, ya en mangas de camisa. Asumo las novedades. Soplan otros vientos. Pero no me acostumbro, ni quiero, a los juicios telemáticos, desde mi propio despacho.
La tecnología facilita el control del pleito, sin duda. Permite conciliar múltiples tareas, completar cualquier trámite y hasta celebrar juicios sin salir del despacho. Muchas ventajas, sí pero echo de menos el pasillo del Juzgado donde diariamente campaba esa comunidad de abogados y procuradores en puertas de la sala de vistas. Añoro el ir y venir de togas, los encuentros y reencuentros con los colegas, las negociaciones de última hora, nervios. Y manos tendidas al bajar de los estrados. Extraño ese ambiente efervescente en el corredor que ya casi nadie transita y que ahora sólo alberga el silencio de los que ya no comparecen.
El progreso. ¿Qué será lo próximo?
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Me gusta tu relato. Y el título que ni pintado. A veces pienso que las casas de apuestas las inventó un abogado, mientras esperaba entrar en sala. Mi voto y suerte.
Gracias, compañero. Bien sabes que las esperas en los pasillos del Juzgado dan para mucho pues largas son.
Después de un tiempo de distancia, me alegro de volver al concurso y retomar estas microcríticas literarias.
Suerte también para ti.
Me ha gustado mucho. No tardaremos en prescindir de los Juzgados (como edificio, se entiende). Mi voto y suerte.
Hace muchos años, ibas al cine y disfrutabas de otros espectáculos distintos de la película: los propios espectadores, los vendedores de chuches y chocolatinas, los acomodadores, el encargado del cinematógrafo, un perosnaje como el de Cinema Paradiso. Eso se acabó. Ahora ves las peliculas en casa, ya no acudes a un acto social.
Solo algunos espectáculos, sobre todo la ópera, quizá los toros para los taurinos, algunos deportes, pocos más, siguen siendo celebraciones sociales.
Y lo mismo sucede en nuestro mundo jurídico: Lexnet mató a las estrellas de los estrados, acabó con la vidilla de los Juzgados.
Es como lo cuentas, Eva María.
Mi voto y suerte.