El viento que nos lleva
Carlos VillanuevaNo podía conciliar el sueño, contaba cada una de las horas del reloj que destellaba desde la mesita. El viento azotaba con fuerza contra la ventana. Ya me lo advirtió el presidente de la comunidad cuando viene a vivir aquí- “no podrá ni tender sus camisas”.
Pero no era el viento lo que me impedía dormir. Era este pleito en el que estaba sumiso y para cuya resolución no encontraba los argumentos necesarios.
Como argüir que mi cliente no era culpable. Todas las pruebas apuntaban hacia lo contrario. Pero yo creía en él-, ¿cómo podría no creer? Todo lo que soy se lo debía a él. Cada golpe de viento me susurraba “pregúntale, pregúntale”.
¡Basta!. Grité
Descolgué el teléfono: “he de preguntártelo”
El viento se calmó y el silencio inundo la noche. El reloj se detuvo y comencé a preparar el alegato que sacaría a mi padre de la cárcel.
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Me ha gustado mucho tu relato, Carlos, el ritmo del viento nos lleva en vilo. Eso sí, en el próximo relato nos tendrás que decir si tu padre era culpable o no, jaja. Mi voto y suerte.