MIS INICIOS. UNA HISTORIA REAL
Ángel Montoro ValverdeAbandonado al calor placentero y placentario de mi butaca, la primera ponencia del congreso “abogacía transformadora, futuro e innovación: las nuevas tecnologías” me trasladó, en un cerrar y cerrar de ojos, al ya lejano pasado de mi primer asunto: un interdicto perdido en primera instancia. Esperé impaciente a que el fax evacuase seis interminables metros de papel térmico saltándome los fundamentos para leer directamente el fallo: “Se estima íntegramente el recurso…con condena en costas a la parte apelada”.
Me sentí abogado completo. Convertí el raído sillón del escritorio en trono real desde donde divisar complacido los dos con setenta metros cúbicos de mi despacho. Era inmensamente feliz; como cuando gané un millón de euros con la publicación de mi tesis “Código Justinianeo: precursor de Lexnet”, como cuando me impusieron la Cruz de San Raimundo de Peñafort, como cuando ligué con Naomi Campbell, como cuando mi Aleti ganó la Champions.
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No es de las historias salidas de tu ingenio que más he disfrutado, pero es que tienes el listón muy alto, amigo, así que te lo puedes permitir.
Ojalá sigas añadiendo a tu lista motivos, regios y reales, para seguir sintiéndote inmensamente feliz.
Un abrazo
De acuerdo. No es de las mejores. Es más… es malilla, pero es que a mí los congresos no me ponen. Me pasa como a Kempis: «cuando estuve entre los hombres, volví menos hombre». Gracias amiga.
A ver si vamos a tener el mismo prota, Ángel!
De momento, coincidimos en la primera ponencia, je, jeee!
Buen relato… como siempre!
Un abrazo
Marta
parecido tienen. ¿El tuyo se duerme?
Tú me dirás… está ingresado en el hospital!!! Menudas siestas se echará el pobrico…
No es «malilla», es una buena historia, aunque efectivamente el listón está muy alto y el despacho de 1,05×1,05m un poquillo justo. Mi voto.
Gracias Diego.
Siempre tan agudo e irónico, Ángel! Ahí va mi voto. A mí los congresos tampoco me ponen, de hecho, este mes no se me ha ocurrido ninguna historia digna de concursar. Suerte!
No es tarde para participar. Gracias
Hola Ángel. No sé si no es de tus mejores historias o el listón esté más alto, lo que sé es que a mí me ha gustado y he disfrutado leyéndolo, así que contribuyo, dentro de lo que puedo, en tu suerte. Un saludo, Luisa.
Gracias por ser tan benevolente. Espero tu relato de marzo.
No creo, don Ángel, maestro, que el Código Justinianeo sea precursor de Lexnet. ¿Justiniano, tal como se las gastaba, iba a tolerar los fallos de la aplicación? Habrían rodado más cabezas que con la Reina de Corazones de Alicia.
De lo del Atleti, no te digo nada, que hoy no es el día.
Como le he dicho a Towanda, me las he visto y deseado para poder leeros, votaros y haceros comentarios. La página decía que no había relatos seleccionados.
En fin, igualita que Lexnet:
Un abrazo.
Hoy, recuperado del daño inferido por ese portugués de cuyo nombre… saco fuerzas para agradecer tus palabras. Gracias amigo
Hola, Ángel.
Enhorabuena, por estar otro mes más seleccionado con una de tus historias que no hacen más que confirmar tu estilo socarrón y «guasanero» ( de guasa).
No he podido verte/leerte hasta hoy cuando nuestro querido Manuel me ha dado la clave: hay que registrarse para entrar. Es como el pasen y vean que decían antes.
Un abrazo grandísimo y mucha suerte, caballero.
Osea, que me he explicado mal… Antes, no había que registrarse para entrar y ver, ahora, sí porque si no ni ves, ni lees.
Otro abrazo.
Te he entendido a la primera. Muchas gracias Towanda
Ángel, una historia muy divertida, me ha gustado.
Iba todo bien encaminado a que la historia fuese cierta, pero lo del Atletí me ha devuelto a la realidad, lástima que eso no sea verdad, ojalá se haga cierto un día.
Mucha suerte y mi voto.
Un abrazo.
Bueno… es un consuelo que el resto del relato sea creíble. Gracias amigo
Forza aleti! Voto.
Un voto para tu micro y esa felicidad inmensa cuando supimos que el Altetí ganó la Champions…
Soñar es gratis. Aún. Gracias
Yo tengo debilidad por esa «retranca» tuya. Pareces más gallego que yo, jejejeje. Mi voto y suerte, Ángel.
Gracias. Me gusta encontrar pretextos para reír, o por lo menos hacer una mueca hacia arriba