Imagen de perfilCOMO UN FARO EN EL MAR

Manuela Fernández Manzano 

Aún no había sido imputada pero acudió a mí. La investigación acabaría por atraparla. Yo era un abogado penalista inexperto en un bufete de incipiente prestigio. Aquel caso potenció mi capacidad de análisis; fortaleció mi instinto.

Llegado el momento me sugirieron la negociación. Rehusé. En el despacho cuestionaron mi competencia. Ella nunca lo hizo. El pleito acabó en varios meses. A mí no me sobraron fuerzas, ni a ella, palabras de agradecimiento.

Últimamente la veo a menudo. Su mensaje me transmite confianza. Insuflar con palabras tanto viento ilusionante a este barco varado es prodigioso. Y lo consigue. Comunicar tanta franqueza cuando todos estamos dispuestos a mentirnos es emocionante. Y lo logra.

Al depositar mi esperanza en la urna he pensado en ella. De regreso a casa, he vuelto a mirar los carteles electorales. He sonreído. No le hacen justicia. Pero confío en mi instinto; es mi fiel y sagaz compañero.

 

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