EN MI LENGUA SE LLAMA VENGEANCE
MARIA PILAR MARTINEZ DE LA LLANA Había solicitado incinerar a su esposa. Ella lo habría querido así.
El viudo abrazaba con fuerza la urna con las cenizas.
Como abogado penalista, este caso me resultaba atractivo. Como ser humano, me resultaba del todo desagradable. Mi reconocido prestigio y competencia en asuntos de este tipo, no lograría que borrara jamás de mi retina las espeluznantes imágenes de aquel cuerpo sin vida bañado en sangre. El escalofriante asesinato de aquella bella mujer francesa era difícil de digerir.
De pronto, llegó la policía. Mientras detenían a mi cliente, me dijeron que me tenían que comunicar el resultado de unos análisis. Mi cara de incredulidad fue magnánima, pero nada comparable con la de mi cliente cuando descubrió aquel mensaje sobre las cenizas:
“¿De verdad creías que era yo la que estaba aquí dentro? Solo es todo tu dinero y tu Ferrari carbonizados. Au revoir mon amour”
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