Pandemia
María Gil Sierra · MadridAbrí los ojos y me vi rodeado por un grupo de mujeres y hombres desnudos. Me dolía el cuerpo y me ardía la frente. Pero ya llevaba días así: soportando una tos cansina. Con el vuelco de la canoa solo había perdido el conocimiento. Lástima que lo recobrara junto a aquellos salvajes. Seguro que acababa metido en una olla. En lugar de eso, me agasajaron con gran diversidad de frutas exóticas. Y al día siguiente, me devolvieron al campamento. Cerca de las máquinas excavadoras. Ahí comprendí que nuestro trabajo suponía la degradación del ecosistema. Avergonzado, dejé la constructora y viajé a la capital para contratar a la mejor abogada experta en desarrollo sostenible. Quería proteger el territorio de mis salvadores. ¡Qué orgulloso me sentí! Después, regresé a España. Fue el bufete quien me dio la noticia. Ya no existía la tribu. Se habían extinguido a causa de la gripe.
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Enhorabuena, María, Muy buen relato. Y luego, somos nosotros los que les llamamos «Salvajes», cuando los exterminamos de una manera u otra.
Te deseo mucha suerte. Te dejo mi voto.
Besos apretados.
Pilar, gracias por tus palabras (cargadas de razón) y por tu voto.
Un besazo
A menudo es necesario que ocurra algo en el plano personal para que nos demos cuenta de la verdadera dimensión de las cosas. El progreso no se puede detener, pero debería ser compatible con eso que llaman sostenibilidad. De poco sirvió el cambio de actitud de tu protagonista, pero, al menos, tomó conciencia del necesario respeto que debería ir asociado a cualquier actuación. Algo es algo y todo contribuye.
Muy buena historia, María
Un abrazo
Ángel, sigo siempre los comentarios que haces a los compañeros. Aprendo muchísimo con ellos.. Y esta vez no podía ser de otra manera.
Gracias por compartir tu tiempo.
María, genial relato, que creo que es fiel reflejo de la realidad.
Ha sabido conjugar las palabras obligadas con una gran historia. Enhorabuena.
Te deseo mucha suerte y te dejo mi voto.
Besos.
Javier, yo te dejé mi voto en cuanto leí tu relato. Me pareció redondo. Te llega al corazón con ese desenlace tan tierno..
Lo mismo digo: mucha suerte.
Y gracias por tu comentario.
Besos.
Un relato brillante, cargado de razones y de conciencia. Enhorabuena y mi voto
Un estupendo relato muy original. Enhorabuena, María.