LA ALTURA DEL ESTRADO
JAVIER VIGIL DE QUIÑONES PARRAEn estrados todos somos iguales, la silla no es más que una silla, nuestras piernas igual de colgantes que las de su Señoría o las del colega de enfrente, y las miradas, que fuera hacen equilibrismo entre la lástima y la condescendencia, aquí solo hablan de nervios, ilusión o rabia, la abogacía es el trabajo más inclusivo del mundo—Dije a mi flamante “junior”, antes de entrar en sala—.
—Gracias Carmen, de silla a silla, nadie como tú para promover el empleo justo de personas con discapacidad.
—No, Luis, gracias a ti por demostrar que eres tanto o más productivo que alguien con plena movilidad.
Dentro, Luis defendió con uñas y dientes la valía de las personas con discapacidad, era su segundo juicio, pero experimentaba un crecimiento exponencial en cada intervención.
—Muy vehemente, compañero.
—Sabía de lo que hablaba, jefa.
Giró con garbo su silla, y salió triunfal de la sala.
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Hola, Javier.
Un micro que aborda la capacitación profesional de las personas con discapacidad… Me gusta mucho la forma en que lo tratas y el final con esa silla saliendo triunfal.
Enhorabuena, gran historia.
Un abrazo y mucha suerte.
Hola María:
Muchas gracias por tus cálidas palabras, lo cierto es que aún me siento encorsetado por el número de palabras, apenas tengo la idea y ya me escasean las letras, pero sí, la esencia se logra transmitir a según qué ojos.
¡Enhorabuena a ti por ese relato digno de Saint-Exupéry!
¡Abrazo!
Ánimo, que el corsé de las 150 palabras lo has superado con este micro.
Lo que cuenta es tener bien amueblados los aposentos de arriba, como decía Cervantes. Gran relato, suerte y mi voto, que ya te lo dí por tus merecimientos. Un abrazo,