Imagen de perfilSecreto profesional

Francisco Pellicer 

Miré a la pantalla de mi ordenador con ojos llorosos y bajé la cabeza horrorizado ante el correo electrónico recibido de mi cliente: «Necesitaré tu defensa porque me van a acusar de un delito contra la salud pública: soy el responsable de la creación del virus conocido como coronavirus que está en propagación por todo el mundo; no recuerdo donde he escondido la vacuna, la memoria me falla cada vez más. Necesito pedirte que vayas al laboratorio a buscarla. Estoy contagiado, yo no puedo ir». Inmediatamente me puse la mascarilla y salí rápidamente en el coche dirección al laboratorio pero a mitad del trayecto me paró la policía por incumplimiento del confinamiento. Intenté darme a la fuga y me detuvieron. Me impusieron una condena de cuatro meses de cárcel. Al salir, me dijeron que mi cliente había fallecido. Nunca dije nada: secreto profesional.

 

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