Imagen de perfilSER O NO SER ESENCIAL.

David Gómez Ortas 

Ser o no Ser esencial, esa es la cuestión. Siempre quise dejar huella en la Historia, por eso, en esta época sin grandes conquistadores de ningún tipo, quise ser abogado, participar en la propagación de mi ideal de justicia. Ahora, con el estado de alarma declarado por el infame Coronavirus, se me presentaba una oportunidad única.

Con la mayoría de abogados atrincherados tras el teletrabajo, y la mitad de la población mundial en pleno confinamiento, opté por ser esencial, como promovía el Gobierno, y dirigirme mascarilla en ristre a la puerta de un hospital, ofreciéndome a posibles justiciables a los que arreglar sus entuertos. Negligencias médicas, despidos, responsabilidad extracontractual, me era indiferente; cualquier caso podría ser el que me convirtiera en inmortal.

Finalmente, me bastó una mañana, y un test positivo en Covid a modo de vacuna para el orgullo, para no sentirme tan esencial e inmortal como me creía.

 

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