Día de pesca
Gabriel CauterucciEl pequeño bote se mecía sobre la superficie del agua. Hacía más de dos horas que no parábamos de “pescar”.
Mi hijo era incansable. Sus pequeñas manos se movían a toda prisa.
Mi semana había sido agotadora. Otra demanda rechazada contra las empresas que habían vertido desechos en el lago…
Apenas si habia dormido y no tenía fuerzas para seguir el ritmo.
Distraído, sostuve la red y recordé cuando veníamos con mi padre. Nunca conoció a su nieto pero creo que le hubiera gustado compartir esta “pesca”, aunque no fuera la tradicional.
La voz agitada de mi hijo me devolvió a la realidad:
-Falta mucho, papá.- Retomé la tarea con las pocas fuerzas que pude conservar.
A los pocos minutos, el bote estaba lleno de plástico. Era hora de volver a la orilla.
Yo había perdido la fe en la Justicia, pero así conservábamos la esperanza en un futuro sostenible.
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Enhorabuena por tu historia. Triste y llena de esperanza a la vez. Mi voto y un abrazo.
Gracias, compañero!
Los pequeños gestos son poderosos. El que un padre y un hijo rescaten residuos seguro que no mejora demasiado el planeta en su conjunto, pero su conciencia personal si que queda limpia y pueden dormir, por ello, bien tranquilos. Si todos hiciésemos lo mismo y, sobre todo, quien contamina se concienciase, entonces si que se notaría.
Una historia llena de positividad.
Un saludo, Gabriel
Gracias, compañero. Abrazo!
Impresionante
Gracias!
Hola, Gabriel.
Un micro esperanzador. Si los pequeños empiezan a retirar desechos, plásticos, también dejarán de arrojarlos. Nuevas generaciones más ecologistas y concienciadas, protegerán el Planeta y, con ello, a los seres vivos que la habiten… ¡a ellos mismos!
Mi voto a tu historia, tan bien contada!!!
Un abrazo.
Gracias Amparo!
Compartir la pesada tarea de hacer lo correcto. Preciosa historia. Enhorabuena y mi voto.
Gracias Nicolás!