ATENAS Y ESPARTA
Jesús Francés Dueñas · MadridCorría el rumor de que esa joven jueza de escuela ateniense recién llegada, traía un estilo tan revolucionario e innovador que era capaz de dictar sentencia en forma de poesía, mientras que yo, criado en la doctrina oficial del academicismo más puro a este lado de la jurisprudencia, siendo el prosélito más creyente en la quintaesencia de la educación espartana, el alumno aventajado de los juristas más implacables, fiscal feroz cuya pasión era leer y releer los procesos del Santo Oficio, árido orador que hacía morir de aburrimiento literalmente la esperanza del acusado de ser tratado con equidad, en realidad bebía los vientos por su señoría. Como me faltaba el valor para confesarle cuánto me atraía su forma de imponer orden en la sala, incurrí por cobardía en delito de dejación para poder por fin escuchar de sus propios labios los versos más tristes esta noche en versión sentencia ejemplarizante.