Imagen de perfilLa economía verde

JUAN PEDRO AGÜERA ORTEGA 

Dejó los documentos sobre la mesa y se acercó a la ventana. La brisa marina se adentró en sus orificios nasales, evocándole recuerdos de la infancia. El embrujo se evaporó cuando el fétido tufillo del Mar Menor sustituyó la aromática corriente. Cerró la ventana y reanudó el estudio del caso. Los ecologistas demandaban a sus representados, la Confederación de Regantes, por atentado medioambiental. Empecinados en la conservación del ecosistema, buscaban promover el futuro del Campo de Cartagena basándose en un cambio de modelo: la economía verde.
Por paradójico que pareciera, sus clientes llevaban años tergiversando ese término hasta convertirlo en sinónimo de riqueza: la generada por las toneladas de hortalizas que producían anualmente.
Revisó la demanda y sonrió complacido: carecía de fundamento. Básicamente, los acusaban de abonar y regar los campos. Ningún juez estimaría algo tan grotesco, por mucho que justificasen su contribución al implacable deterioro de la laguna salada.

 

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