5 de diciembre de 1952
Cristina Griéguez ÁlvarezEra viernes y solo quedaban tres días para estar nuevamente en La Traviata con papá. Siempre fantaseé con ser tenor, aunque escogí ser abogado… «Estás hecho de un tejido especial. ¡Llegarás lejos!», me dirá.
Cuando me asomé a la ventana, la niebla me pareció más visible que nunca, tanto que tuve que dar un paso atrás y sentí que me agarraba.
El sábado, un monstruo oscuro parecía devorar las calles de Londres, incluso se colaba en los hogares. Todo estaba en riesgo. Contaban que se llevaba a los que eran malos. Se engañaban, aquello no discriminaba.
Llegó el lunes y casi nos obligan a decir adiós a La Traviata. Explicaron que el tenor había perdido la voz, papá había perdido más que eso…; pero yo debía preservar su audiencia, concienciarla. Primero fueron cuatro gatos, después el mundo. Me apodan el abogado tenor. Papá estaría orgulloso.