QUINIENTAS CINCUENTA Y SEIS
MANUEL MONEDERO GUTIERREZNo hubo forma de doblegar las armas biológicas de Putin. El legado tras la tercera guerra mundial resulta desolador. Agazapados como animales malvivimos bajo los túneles del metro. Los hurtos y las trifulcas son parte del día a día en la triste carrera por la supervivencia.
Promuevo un censo de supervivientes que nos lleva semanas de trabajo. Quinientas cincuenta y seis almas… desvalidas, recelosas y con la moral por los suelos. Tras el censo, creamos un grupo que denominamos “comité de la esperanza”. De entre ellos, solo yo soy abogado.
Redactamos unas normas de convivencia obligatorias que difundimos como buenamente podemos. Me designan juez del nuevo tribunal único para dirimir controversias. Sentencias en vista oral que serán irrecurribles.
Primer caso resuelto. La reyerta por la lata de sardinas se resuelve con un perdón y un dulce abrazo que se entremezcla con lágrimas de desesperación. Volver a empezar.
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Espléndido relato, de un contenido fácilmente imaginable. Enhorabuena, mi voto, y un saludo
Muchas gracias Nicolás, me alegro que te haya gustado.
un relato con el que es muy fácil empatizar con los tiempos que corren
Gracias Jamnica!!!
Incluso en las peores condiciones, el ser humano necesita establecer normas y límites para la convivencia, es la base de toda sociedad. Dentro de una situación muy difícil y precaria, tu protagonista ha adoptado ese papel regulador, basado en la impartición de justicia, lo mejor que puede. No solo aplica normas rígidas, también comprensión. Él entiende también, mejor que nadie, que la necesidad puede llevar a comportamientos extremos. Es lo bastante flexible para darse cuenta y aplicar el sentido común en casa caso. Con personas como él aún hay posibilidades para los supervivientes de volver a empezar.
Un relato que dibuja un futuro distópico y, a la vista de la situación presente, preocupante, pero también esperanzador. Nunca está todo perdido del todo.
Un abrazo y suerte, Manuel
Muchas gracias Angel. Como siempre tus comentarios son reconfortantes y te lo agradezco.
Queda muy ocurrente plasmar ese final: «volver a empezar». Sugiere como un ciclo que no se detiene. Curiosamente el comienzo de tu relato es el fin de otro capítulo: la guerra. Encantado con tu micro, Manuel, tienes un voto más. Un saludo.
Gracias Francisco, me alegra que te haya gustado. Un abrazo.