¡EN SU HONOR!, TE LLAMAS MELQUÍADES
Amparo Martínez AlonsoComo animal enjaulado, camina en todas las direcciones, sabiendo que es una carrera perdida, incluso antes de empezar. ¡Un esclavo no puede ir contra su señor! Se tapa la boca para ahogar el gemido que crece en su garganta al escuchar la conversación que el duque de Montemayor (el amo) mantiene con Adela, su hija casadera. Le comunica que, tras los esponsales, recibirá como legado al fiel esclavo, pero que se niega a concederle la mujer de este, ¡separándolos!
El esclavo, echa a correr calle arriba. ¡Cuántas veces había leído aquel cartel, practicando las letras con la dulce Adela!: “Mel-quí-a-des-a-bo-ga-do”.
Tras la extrañeza y dudas iniciales, el jurista accede a los ruegos del siervo. Aunque sus honorarios superan los escasos maravedíes que aquel “cliente” saca de su hatillo, Melquíades acepta defenderle…
Y, así fue que nuestro antepasado pasó a la historia como el primer abogado en representar a un esclavo.
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O la justicia ha de ser universal, para todos, o no lo es. Ahora es fácil decirlo (no sé si cumplirlo en la práctica), pero en los tiempos en los que ambientas esta historia, de esclavos y siervos, las leyes estaban en pañales en ese sentido. Mucho mérito y valor tuvo este esclavo, pero no menos su defensor que, además, lo hizo casi de forma altruista, comprometiendo, seguro, su prestigio y su nombre.
Un relato sobre valientes y pioneros que cambian las cosas, aunque sea poco a poco. Alguien tiene que dar el paso y ser el primero. Y alguien imaginarlo en una buena historia.
Llevaba tiempo sin leerte, Amparo.
Un abrazo y suerte
Una mirada a un pasado, no tan lejano. Buena historia, Amparo.
Mi voto y un abrazo.
Muy buen relato con tintes históricos, Amparo!
Y el final con ese toque de leyenda-cuento, muy logrado!
Y el nombre Melquíades, ni te cuento, claro, ja, jaaa…
Estás hecha una historiadoraa, cuentistaaa!
Un abrazo, mi voto y te deseo mucha suerte!
Marta
Melquíades buscó “amparo” legal para el esclavo. Cuestión de nombres. Te echábamos de menos.
Mucha y buena suerte, Amparo.
Dan ganas de seguir leyendo esta buena representación histórica que se dibuja en mi mente mientras te leo. Muy buen micro y muy bien contado. Suerte Amparo. Un saludo.