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Anna Jorba Ricart 

Al poco tiempo de tener el accidente en el que me fracturé la espalda se cayó mi madre. Para que pudieran atenderla la fui a inscribir en una residencia frente a mi despacho. Cuando tuvo plaza, ingresó. Era un día lluvioso de mayo, estaba precioso el naranjo en flor del jardín y mi tristeza era tan grande como la que sentía en mi juventud cuando colaboraba de voluntaria en el asilo del Cotolengo.
Residencia de grandes salas, piscina, gimnasio, habitación individual… pero su estancia duró menos que mi tiempo en denunciar la negligencia que sufrió.
Buenas palabras de cara a la galería porque en la trastienda fue presa de malos tratos y una grave falta de atención. Estoy a la espera del pronunciamiento del juez. Qué difícil se me hace llevar este caso desde mi bufete estando implicada mi madre.
Ahora estamos las dos en casa, tratando de recuperarnos.

 

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