En plato frío
Sergio Capitán HerraizNada más empezar el juicio supe que aquello acabaría mal.
La jueza, Amparo García, resultó ser una antigua compañera de clase a quien se las hice pasar canutas en el instituto. Tenía problemas de disnea que le hacían hablar mucho más despacio de lo habitual. Y yo, cruel, se lo recordaba con mala uva siempre que podía.
La declaración de los testigos no me había dejado en buen lugar, y el convincente discurso del abogado de la acusación parecía certificar mi inminente condena.
Antes de finalizar la vista, me fue concedida la palabra.
Pedí disculpas por los errores cometidos en los últimos años. A la desesperada, incluso alargué la petición hasta los años de instituto.
La jueza soltó una carcajada que trató de disimular con un estornudo.
Y mientras cerraba la carpeta me dedicó una sonrisa antes de pronunciar, muy despacio, un “Visto para sentencia”.
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No es por desmoralizar a tu acusado, pero esto no pinta nada bien. ;-)
Mucha suerte para él y para ti.
No pinta nada bien. Quien siembra vientos…gracias por comentar!
No pinta nada bien. Quien siembra vientos…gracias por comentar!