Imagen de perfilChapi y yo

SARA DIEZ GOMEZ · SALAMANCA 

Chapi terminaba de “desayunarse” mi calendario de sobremesa mientras yo metía en la cartera todo lo necesario para el juicio de aquel día. El de los señores Brown había sido un divorcio sonado, seguido insistentemente por la prensa. La de esa mañana, si todo iba bien, sería la última vista que tendría que celebrar: la custodia de Chapi, un pequeño cachorro de labrador canela, todo un fenómeno. El Fiscal, ante el arduo enfrentamiento de los Brown, había propuesto cautelarmente que le diéramos asilo al perrito. “No se preocupe, letrado, será breve.”-dijo. Nueve meses hacía ya de aquéllo.
Al final mi cliente ganó, y yo perdí a Chapi. Desolado, caminé distraídamente hasta mi despacho. Cómo iba a echar de menos a ese condenado chucho! Meses después, recibí un gran paquete con una nota. “Estimado letrado-decía la señora Brown- me temo que Chapi ya no puede vivir sin usted. ¡Cuídelo bien!”.

 

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5 comentarios

    1. Me alegro de que te haya gustado, Antonio Luis. ¡Te agradezco mucho tu comentario! Como de todo se aprende, me encantaría que me indicaras qué errores he cometido en la utilización de los signos ortográficos, pues sólo así podré corregirlos en futuras ocasiones. ¡Gracias de nuevo por tu aportación!

       
      1. Estimada y desconocida Sara. Le indico uno de ellos, que repite. Al señalar entre comillas un diálogo, implica que es una frase literal (o con doble sentido, según el contexto ortográfico), pero el punto siempre va detrás de las comillas y no debe ser continuado por el guión. En cuanto a mi puntualización sobre su «verimilitud»… ¿Usted se imagina enviar un perro en un «paquete»? Espero que no se enteren las agencias protectoras de animales… Por su bien…
        Un cordial saludo.