Gente con clase
Ramón Freire Beceiro · A CoruñaComo abogado de oficio estoy acostumbrado a ver y oír casi de todo, pero cuando ese domingo aun con sueño llegué a la comisaría, me sorprendió la cantidad y calidad de las herramientas objeto de decomiso. El detenido era un hombre serio, que una vez atrapado aceptaba con profesionalidad su futuro, relatando tranquilamente cada uno de sus trabajos. Su plan era sencillo: vigilaba el inmueble unos días, y una vez seguro de que nadie había, se instalaba y les iba haciendo la mudanza con pulcritud y calma, llevándose hasta las lámparas. Después, hasta luego. Pero cuando el agente le preguntó si había sido él quien había limpiado cierto inmueble entre los días 2 y 3 del mes en curso, el declarante interrumpió un instante su testimonio, miró al almanaque que colgaba de la pared, y con la misma parsimonia que antes, manifestó: “yo no trabajo los fines de semana.”