Carolina Navarro Diestre
Microrrelatos publicados
Dancing Queen
Nunca fui la reina del baile, ni siquiera una chica popular. Si decides buscarme en el almanaque del instituto, soy una tachadura a pie de página, ese rostro vulgar e insustancial con gafas y gesto somnoliento. Siempre emboscada en la lectura, sepultada bajo un montón de libros, acontecí un ratoncito de biblioteca. Eso sí, siempre tuve clara mi vocación por el Derecho. Todas las noches me acostaba fantaseando con defender a los más débiles o llevando a la cárcel a aquellos que osaban delinquir. ¡Tomad, malandrines!, enarbolaba mi bolígrafo acusador. ¡Probad el peso de la ley!
Hace mucho de esto que cuento y se hace harto complicado cotejar pasado y presente, confrontar hasta qué punto cumplí mis sueños. Algo debí lograr, porque es la fiesta aniversario de la promoción del 88 y un inquietante silencio se cierne cuando hago aparición. Todos me miran. «Mirad», susurran respetuosos, «es la jueza Carolina».
| Octubre 2024
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 5Querido Néstor
Querido Néstor.
Te sorprenderá recibir una carta en estos tiempos de comunicaciones fugaces como estornudos, pero debo empezar explicando que la palabra escrita ofrece un asidero que trasciende lo coloquial. “Verba volant, scripta manent”, decían los romanos.
Las palabras vuelan.
Lo escrito permanece.
Sé que desde que fuimos novios en el instituto apenas hemos hablado. También sé que fui injusta contigo, una mala decisión dentro de una carpeta vital llena de malas decisiones. Pero he seguido tu carrera y sé que te licenciaste en Derecho (tu sueño). Ahora eres un eminente jurista, mientras yo…; en fin, yo terminé con un hombre que me pegaba. Si miro hacia atrás, han sido muchos años de maltrato y arrepentimiento. Hasta que hace pocos días tomé una decisión…
Néstor, no lo merezco, pero solicito tu amparo y tu perdón. Hasta aquí esta misiva sin certificar, te cuento más detalles en persona. Necesito un abogado.
| Septiembre 2024
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 8Silencio
Nada más demoledor que el silencio. Frente a un ataque puedes contratacar, reaccionar frente a un insulto, enfrentar la verdad a la mentira, ¿pero el silencio? El silencio es desarmante, un vacío que engulle todo. Dicen que el fin del mundo llegará con un estallido, se equivocan. El apocalipsis será una bomba de silencio a la que seguirá más silencio. Un universo enmudecido como un enfado hogareño. «El silencio es cómplice de la violencia machista», asegura la abogada que lleva mi caso y yo escucho al otro lado. Me habla de equipos psicosociales, de leyes que amparan a la mujer, de que existe causa legal. «La verdad es enemiga del silencio», afirma y yo quiero creer en la equidad. Después de tantos años de maltrato, preparo mi declaración. Harta de ser rechazada, vejada, minusvalorada, hablo al fin. Rompo el miedo y me enfrento al alacrán taimado del silencio. Lo grito.
| Marzo 2024
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 13Tiempos verbales
Lo llaman pasado, pero adopta muchas formas. Si hablo de ti, acostumbro a utilizar el pretérito imperfecto —«te amaba»— como quien menciona una rutina superada, un hábito curado, dejar de fumar. Tampoco descarto la alternativa del pretérito perfecto —«hemos vivido»— por regalarme alguna cercanía espacial que te aproxime a mí. Sin embargo, mi tiempo preferido para referirme a lo nuestro es el pretérito pluscuamperfecto —«habíamos proyectado»—, estableciendo una acción que ponga en valor mis sentimientos: «nunca había sentido algo así». El pretérito pluscuamperfecto es mi favorito, el tiempo de la nostalgia. Por último, nunca utilizo el pretérito indefinido —«me equivoqué»— por lo categórico del mismo. El pretérito indefinido da asco. Aunque quizá toda esta palabrería no sea más que cháchara hueca para conjurar el presente, para ignorar este divorcio tonto, este proceso legal, este mal auto judicial. ¿Sabes, amor?, quizá aún te quiero. Futuro simple, acaso siempre te querré.
| Octubre 2023
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 23Antinatura
Otra mañana invisible más. Ambas nos cruzamos en los juzgados. Ella guiña los ojos a modo de saludo. Yo arrugo mis labios color burdeos. Son nuestros códigos para este amor invisible. Para este cariño furtivo. Ella se mete en el despacho, yo comienzo a ayudar a mis clientes. Nos juntamos a la hora de comer como dos buenas amigas. «Luego hay una concentración contra la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social», dice ella. «Me da miedo ir», respondo yo. Estamos a 25 de junio de 1978 y el orgullo gay es una quimera. La homosexualidad todavía acontece un estigma, una desviación, una vergüenza. Sin embargo, ahí estamos a las siete de la tarde. Salimos de la calle O'Donnell agarradas de la mano, avanzando por el derecho fundamental de existir. «¿Crees que esto es normal?», pregunto yo. «¿Una fiscal con una abogada de turno de oficio?», responde ella burlona: «Es antinatura».
| Julio 2023
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 26Rata de biblioteca
Me dijeron olvídate, no podrás, jamás tendrás una vida normal. Tus huesos son frágiles como ramitas de secuoyas y siempre te impedirán viajar. Pero, fruto de la desesperación, una idea transversal comenzó a gestarse en mi cabeza. Tal vez no podría salir de casa, pero viajaría desde mi biblioteca. Fue en ese momento cuando comencé a devorar libros que me llevaran de Oriente a Occidente, del Nautilus a la Luna, del exótico Tokio al lejano Macondo. ¡Resultaba enternecedora la protección de mis padres para conmigo! ¡A mí, la niña que cabalgaba en dragón! ¡La heroína que luchaba contra tigres de bengala! Del mismo modo, en algún momento decidí estudiar Derecho. Las leyes conformaban el alma del mundo y yo quería formar parte de ello; pese a mi quebradiza fragilidad, defender a los más débiles.
Estudiosa rata de biblioteca, he aprobado todo a la primera. En primavera me dan el título.
| Abril 2023
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 13Arden hogueras
Arden hogueras por todas las mujeres asesinadas en el siglo XIX para reclamar mejoras salariales. Arden hogueras por las sufragistas que se negaron a ser menos que nadie. Arden hogueras por las juanasdearco de Triangle Shirtwaist, entregadas a las llamas en medio de un humo violeta que se extendía hacia el cielo. Arden hogueras por Clara Campoamor, quien consiguió que por primera vez pudiésemos votar en España y supo legislar una ley del divorcio. Arden hogueras por tantas mujeres anónimas entregadas a su hogar, matrices troncales de la sociedad y sin embargo olvidadas por la historia. Arden hogueras por tantas otras que a diario hacen encaje de bolillos para conciliar su vida familiar. Arden hogueras, también hoy, por quienes pugnamos por romper la brecha salarial. Por aquellas que atisbamos el camino recorrido y por recorrer. Nosotras que recordamos el olor del fuego. Nosotras que guardamos una hoguera en el pecho.
| Marzo 2023
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 10Segurata
Llevo años como personal de seguridad. Me encargan los trabajos más peliagudos del juzgado, cuando toca escoltar narcotraficantes o asesinos en serie. Entonces me coloco tras los acusados y vigilo que en un arrebato no quieran atacar a la parte fiscal. Mi gesto es circunspecto; mi brazo, certero. Ante cualquier conato de confrontación, me muevo con resolución y sin mediar palabra, ¡bum!, ¡zas!, ¡inmovilizado! Yo acontezco la ley cuando fracasan las palabras, la justicia en ausencia de consenso. Por desgracia a veces no existe otra alternativa que la violencia. Con los años, además, he desarrollado un sexto sentido. Son tantos los juicios presenciados, tantas las horas procesales y los alegatos interminables, que soy capaz de adivinar las condenas de los acusados con una desviación menor a un año. Antes de que el juez descargue su mazo, yo acierto la pena. Soy infalible, os lo aseguro. Y este lo tiene crudo.
| Enero 2023
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 8Heladería-Churrería Genaro
El juez Velarde siempre pide de yogur, es un hecho manifiesto que le ayuda a aclarar la voz, dice. El fiscal general prefiere sabores más cítricos mientras que los administrativos, por su parte, tiran de stracciatella. En cambio, la hermosa taquígrafa nunca entra en su heladería, se lamenta Genaro. A ella le gustan los churros, por lo visto. Distante y bella, cada día la ve alejarse de su local con bamboleantes movimientos de cadera. Se mueve como una ola de gelatina, piensa lleno de deseo. Hasta que Genaro decide solicitar asesoría legal y le ayudan a cambiar el epígrafe del negocio: un artículo, registro mercantil, tasa, pim pam. Con qué alborozo recibe Genaro la máquina de churros, con qué ahínco le vemos programar sus engranajes. ¡Y qué alegría cuando la taquígrafa se acerca a la churrería por primera vez!
Qué tristeza, sin embargo, cuando ella pregunta inocentemente: “Perdona, ¿tenéis croissants?».
| Agosto 2022
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 2Temis
Mi sudor es ácido de hormigón. Al contacto con el líquido, mis senos se estremecen y una imperceptible grieta se dibuja bajo el cárdeno mármol. Es una sensación agradable. Muchas veces, de verdad, habría deseado desasirme de esta condena de túnica y quietud. Algunos días me gustaría mostrarme vulnerable y desnuda ante los transeúntes, mortal y mujer. Pero este castigo de piedra no cesa del mismo modo que el sol no relaja su yugo. A mis pies, un abogado repasa la alegación que presentará más tarde. Un poco más allá, una taquígrafa come un bocadillo. Desde el umbral del Palacio de la Justicia contemplo la colección de juristas y la siento como algo propio. Soy la diosa Temis, Iustitia para los romanos, y puedo veros a través de mis ojos vendados. He jurado ser imparcial y proteger vuestros derechos. Sostengo la balanza y blando la espada. Bienvenidos a mi templo.
| Julio 2022
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 14¡Karaoke!
El karaoke frente a los juzgados se deleitaba con la voz del juez Velarde. Incapaces de acusar el golpe, no pocos juristas advertían cierta vibración eléctrica en sus empastes. El fiscal general se besaba los dedos intentando ignorar el glaciar helado que descendía por su espalda. ¡Qué voz la del juez Velarde! ¡Que prodigio! ¡Aquello era un gato en celo arañando una pizarra con un tenedor oxidado! Matices ultrasonidos alcanzaba con su tono bajo, los perros callejeros de la ciudad ladrando de disconformidad. Sobre el escenario, el juez Velarde terminaba de destrozar “Aniversario de boda”, de Luis Lucena. Aquello había sido un suplico, una tortura, el exorcismo de un gremlin. “¡Otra, otra!”, vociferó de forma entusiasta un abogado que aguardaba un sobreseimiento. El muy pelota. El panel anunció “Como una ola” y el juez Velarde sonrió. Algunos se santiguaron.
La justicia era ciega, ¡ay!, lástima también que no fuese sorda.| Junio 2022
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 24Antílope
Más épica que la batalla de las Termópilas, una gesta superior a la de Covadonga, acontece la labor diaria de los abogados laboralistas. Pocos son los que eligen esta rama al finalizar la carrera, atraídos por la gloria del derecho penal o el dulce arrullo del mercantil. ¿Quién querría empezar su día con un despido improcedente? ¿A quién le gustaría desayunarse cada mañana con un caso de acoso laboral? Él querría, Cipriano Castresana, los ojos emboscados tras unas gafas para ver de cerca. Lleva más de dos décadas negociando indemnizaciones por accidentes de trabajo, reclamando incapacidades, denunciando ERTEs. Sabe que frente a él hay un monstruo terrible, esa boca hambrienta y pantagruélica de las grandes empresas, pero no se arredra ante ellas. Con el legado de su carpeta sindical, se mueve como un animal arrogante en la selva de los juzgados.
Cipriano sabe, a veces el antílope vence al león.
| Abril 2022
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 11I Love You
(4 de mayo de 2000, 10:25 h)
El caos impera en los juzgados. La carpeta que contiene los recursos desestimatorios ha desaparecido del disco compartido. La Comisión Permanente para la Violencia de Género intenta consolar a sus homólogos de la Comisión de Igualdad, ignorantes de que sus ficheros también han sido formateados. “¡Desconecta internet!”, grita un informático en pánico. Un juez corre, pero ya es tarde. Algunos abogados lloran de impotencia sobre las tribunas. Nadie consigue empatizar con el prójimo cuando el dolor es compartido. La heteróclita masa de jurisconsultos se mira con horror. Todos los datos de sus ordenadores han desaparecido, el trabajo de meses. ¡Todos!
(Diez minutos antes)
Bartolomé Casas, auxiliar administrativo, recibe un correo electrónico de Belén Valle, secretaria del fiscal general. Lleva meses suspirando por ella, sufriendo de un insomnio obsesivo. Su corazón da un vuelco cuando lee el asunto: “I Love You”.
Y lo abre.| Febrero 2022
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 28Desnudo
Mi pesadilla era quedarme desnudo durante un juicio. De forma recurrente me encontraba frente al tribunal y en un momento dado perdía la ropa. Pero en mis sueños no detenía mi alegato y proseguía con mi alocución huérfano de tejido, mi vergüenza visible para toda la sala. A menudo el juez señalaba mi falta de abrigo y yo despertaba de modo brusco; otras veces, en cambio, el tribunal en pleno estallaba en carcajadas y la humillación me devolvía al mundo de la vigilia. Cuando ocurría esto, no podía volver a dormir. Envuelto en sudor, aguardaba a que comenzase mi rutina. Todavía congestionado de angustia, salía al exterior y esperaba que los cascabeleantes pitidos de los semáforos me abriesen paso. Sólo cuando se desvanecía el riesgo, arrojaba adelante mi bastón. Entonces me palpaba con cuidado, como intentado preservar mi solidez; comprobando de nuevo, manías de pobre abogado ciego, haber salido vestido.
| Octubre 2021
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 15Reset
La mente del anciano es una colección de postales. Aunque le cuesta enfocar, diversidad de imágenes acuden como un delirio. ¿Por qué las remembranzas se presentan siempre con esa pátina sepia de las películas antiguas? ¿Por qué los recuerdos acontecen reproducciones borrosas? La máquina a la que está conectado emite un zumbido y el anciano rememora su infancia entre los panizos de Zaragoza, sus años universitarios en la Facultad de Derecho, su trabajo como abogado. Siente orgullo al repasar la responsabilidad con que ejerció su profesión, todas las veces que defendió a los más débiles en el turno de oficio. El mundo de las leyes fue su mundo, sus alegatos consiguieron fortalecer la armadura de su existencia.
De su boca sale un suspiro quejumbroso, la muerte emite un mandato urgente. El anciano está preparado, repetiría su vida tal y como la vivió. Entonces, con seguridad, pulsa el botón de recomenzar.| Agosto 2021
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 8El guardián del archivo
El ujier clavó sus ojos en una joven que jugueteaba con el móvil: «delante del tribunal no está permitido, por favor». No obtuvo respuesta, pero no dejó pasar la oportunidad de recriminar su comportamiento con un mohín de reproche. Luego se acercó a saludar a la guapa taquígrafa, la cual tampoco devolvió el gesto. En fin, se dijo. Estaba habituado a ser ignorado hasta la extenuación. De vez en cuando gustaba de pararse frente a los miembros del jurado a interpretar sus gestos o se detenía tras al banco de los acusados a erradicar con perfume el olor amargo de los culpables. Él acontecía el habitante perenne de ese lugar, su custodio y su población. Desde el día en que perdió el empleo, el ujier no había salido de esa sala judicial.
Sólo una sensación de vulnerable indefensión le sacudía cuando pasaba frente al archivo, la estancia donde se ahorcó.| Junio 2021
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 13Pasillos
Me gusta el sabor amargo de las togas. También roo con fruición las sentencias de divorcio y no niego cierto placer natural al mordisquear los sumarios previos, pero de todo el Palacio de Justicia mi parte favorita son los pasillos. En los pasillos tiene lugar la acción. Quizá luego en la sala judicial se escenifique una representación, pero en los pasillos es donde se reciben las llamadas importantes, donde se ofrecen tratos salomónicos, donde los seres humanos firman sus destinos. Los pasillos también ofrecen la alternativa de un sándwich rápido, por eso siempre están llenos de migas. A mí me gusta salir de noche, ¡y ñam!, hartarme a comer. Luego me escondo en algún archivo asequible e intento dormir. No resulta sencillo renovar fuerzas con los humanos dando gritos, ¡cuánto mejor ser un roedor! A ellos pertenecen las horas llenas de energía, a nosotras esta oscuridad llena de tesoros.
| Abril 2021
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 29Atocha
24 de enero de 1977 y nueve abogados laboralistas sueñan con un nuevo mundo. Sueñan con elecciones y vientos de libertad; con libre afiliación y sindicatos, sueñan. Discuten sobre derechos laborales y convenios dignos cuando pistoleros fascistas irrumpen en su despacho de la calle Atocha. Disparan. Mueren cinco abogados y otros cuatro quedan malheridos. Las muestras de solidaridad y apoyo se suceden: el entierro congrega a más de 100.000 personas entre la Audiencia Nacional y el cementerio de la Almudena. El Colegio de Abogados establece la capilla ardiente en la sede de la entidad. Pero los asesinos no huyen, tan seguros sienten su impunidad. No obstante, su crimen logra fortalecer aquello que pretendían debilitar: se forjan alianzas, se consigue cooperar entre diferentes, se avanza a través de un camino espinoso. Y finalmente, en junio, ¡se convocan elecciones! ¡Las primeras en décadas!
Un bebé envuelto en sangre, la democracia había nacido.| Agosto 2020
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 12Reciclaje
Confecciono mascarillas desde mi hogar. En este confinamiento forzoso por el maldito coronavirus, elaboro precarias medidas de protección con mi máquina de coser. Para ello disuelvo en agua cientos de expedientes, sumarios y textos jurídicos hasta volverlos celulosa, que luego dejo enfriar hasta que torna manejable. ¡Demandas de divorcios y requerimientos notariales, veredictos y apelaciones, vuelven a mi mano medidas de protección! Todo sea por evitar la propagación de las gotas de Flügge, que así se llaman y fíjate tú qué cosas hemos ido a aprender con esta crisis. Los expertos dicen que la vacuna puede tardar año y medio, pero yo no me preocupo. Como documentalista y responsable del archivo de estos juzgados, calculo que tengo dossieres para cubrir los rostros de todo el país. ¡Pues no son poco engorrosas las gestiones administrativas! ¡Ay!
| Abril 2020
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 8La brecha salarial
—Usted sabrá, señorita, la cosa tiene diversos motivos. ¿El primero? La maternidad. No pretenderá usted una paga análoga e igualdad de oportunidades cuando previsiblemente pronto disfrutará de una baja maternal. ¿El segundo? Los roles de género, ¿o acaso va a afirmarme usted, señorita, que tiene usted la misma fuerza física que un hombre? Sabe bien que no, y no me venga con la cantinela del discriminar y patatín y patatán. Por no olvidar, señorita, que trabajo no remunerado existe con independencia de los sexos, ¿o no? Estará conmigo que aquí no estamos hablando de desigualdad ni mandangas de esas…
El jefe de Recursos Humanos —oxímoron empresarial— declamaba su discurso aprendido con ademanes ensayados y talante positivo. ¿Cuántas veces lo habrá repetido?, profundamente asqueada preguntábase la “señorita”.
Y cogiendo una grapadora, le abrió una brecha salarial en medio de la frente.
| Marzo 2020
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 8Cometas
Cuatro niños volaban sus cometas en el parque.
—Yo seré juez —dijo el primer niño— y prometo proteger los bosques. Castigaré con sentencias severas a quienes destruyan el ecosistema.
—Yo seré abogado —prometió el segundo niño— y defenderé la diversidad de la fauna.
—Yo seré científico —aseguró el tercer niño— e inventaré plásticos biodegradables y modelos sostenibles para el planeta.
El cuarto niño callaba y ondeaba su cometa.
—Yo seré empresario —dijo al fin— y buscaré el beneficio a corto plazo. Mi único interés será el económico. La degradación del aire no será algo buscado, solo un daño colateral de mis acciones. Sobornaré a políticos e impediré cualquier legislación que acabe con mi negocio.
Un silencio pesado cayó sobre el parque, parecía que el aire se hubiera detenido. Las cometas fueron derrumbándose una a una, todas menos la del cuarto niño.
El humo de las chimeneas cercanas parecía sostenerla.| Enero 2020
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 19Nadie me toca
Una noche la bibliotecaria se despertó, levantó la cortina y escuchó un sollozo. Era de madrugada y la pieza de la biblioteca que le servía de dormitorio estaba sombría. Venciendo el miedo, echose encima un gabán y, armada con una vela, salió en busca del sollozante. Los estantes a esa hora asemejaban balaustradas terribles, los carteles estrechos pasadizos. Al fin lo encontró en la sección jurídica: ¡quien gimoteaba era un libro! Concretamente un llamativo ejemplar de Derecho Mercantil del siglo XIX.
—Nadie me lee nunca —repetía—. Estoy muy solo.
—¿Cómo puedes decretar eso—inquirió la bibliotecaria— si precisamente los libros salváis de la soledad?
—Nadie me toca —se lamentó.
Y la bibliotecaria sintió un escalofrío al rememorar sus años encerrada entre polvo y papel, la última vez que alguien la tocó, aquel amor antiguo y la vida posterior olvidada del tacto, páginas sin rescate.
Llorando, se comenzaron a leer.| Junio 2019
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 4Lección de zoología (capítulo 7: advocatus communis)
Fuera de su hábitat, el advocatus communis tiene serios problemas de supervivencia. Sus mil veces ensayados movimientos para engatusar a los jurados no sirven de nada a la hora de comunicar, por ejemplo, sus sentimientos amorosos. ¿Cuántos advocatus communis, auténticos expertos de la dialéctica, han balbuceado frente a la persona amada? ¿Cuántos en esa tesitura han demostrado una completa falta de competencia léxica? Y no solo en aspectos reproductivos tiene problemas el advocatus. Si nos detenemos en su morfología, si realizamos un minucioso análisis zoológico, advertiremos su característica piel cenicienta por carencia de luz solar, su pintoresco culo de urna, sus ojeras como dos medias lunas negras de tanto hojear interminables sumarios. Os lo aseguro, sin duda estamos ante una especie en peligro de extinción. Por eso elevo hoy este mensaje: ¡salvemos al advocatus communis! Ni tan grandes como ballenas ni tan vistosos como linces, pero sin duda fauna necesaria.
| Mayo 2019
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 4El verdadero final del cuento
Supongo que creéis saber el final de ese cuento de Tolstoi: el de la camisa feliz. Dicha camisa era necesaria para salvar la vida del zar, enviaron emisarios a los cuatro vientos, ¡y resultó que el único hombre feliz que hallaron no vestía camisa! El cuento intenta dar una lección sobre cómo conciliar humildad y felicidad —supongo—, pero de lo que no habla es del verdadero final. ¿Sabéis? Antes de morir, el zar interpuso un pleito contra sus médicos, un juicio cuya sentencia les dejó arruinados de por vida. También levantó un edicto por el cual toda la comunidad bajo su mando, del primer al último ruso, estaba obligado a llevar camisa. ¡Por decreto zariano! “Casacas”, denominaron a la nueva prenda, tan popular fue a partir de entonces. ¿Y la felicidad? El zar falleció sin hallarla, mucho me temo.
Pero de esto no nos habla Tolstoi. Menudo pájaro.| Febrero 2019
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 12¡Esto es un hit!
Hola, hola, hola… aquí vuestro amigo Joaquín Luqui desde los Cuarenta Principales… ¿y qué tenemos hoy?... un auténtico hit legal, el aniversario de nuestra Carta Magna… ¡la Consitución cumple años!... uauh, un diez absoluto… un texto que no envejece y que emociona como la primera vez que lo leímos, aquella que protege y da amparo a toda la ciudadanía… HAPPY BIRTHDAY TO YOU, CONSTITUTION!… sí, soplemos las velas por la fuente fundamental de todos los derechos, la norma suprema del ordenamiento jurídico español… y que cumplas muuuuchos más… oh, yeah, pedazo obra… tú y yo lo sabíamos… besitos para ella… abrazos para todos... bye, bye, happy, happy…
| Octubre 2018
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 6