De puntillas
NIEVES AZCARATE AGUILAR-AMAT · MADRIDElla aún creía que las calabazas se convierten en carrozas de verdad y no dejaba de buscar en cada rincón del mundo al hada madrina que la condujera al baile de los poderosos. Su palacio soñado era el bufete McCarthy&Spencer, que acababa de instalarse en la ciudad. Mientras tanto, redactaba en su portátil los últimos flecos del recurso que tenía que presentar al día siguiente. El acusado era inocente, pero un cúmulo de coincidencias lo habían señalado como el asesino del Puente de Vallecas. Se esmeró en el escrito, para que su cliente no creyera que el turno de oficio le suponía una desventaja. Mientras el reloj daba las doce campanadas, con los ojos ya nublados por el esfuerzo, notó que se abría la puerta de casa y entraba su marido, abogado también. Entraba de puntillas, intentando disimular que había perdido un zapato. Al día siguiente McCarthy&Spencer lo fichó.