Imagen de perfilA pesar de sus prisas

Calamanda Nevado Cerro 

Leo con curiosidad -Planeta sostenible- en el sobre, lo abro y miro su contenido. “Debió proteger el ecosistema. La degradación de las aguas obligó a activar diversidad de servicios de emergencia de salvamento marítimo. Indicios y hechos permiten iniciar un proceso penal contra usted, se refieren a mi padre, considerando su participación como máximo responsable en el vertido de combustible del puerto más importante del Mediterráneo”. Lo firman un fiscal y la Policía Judicial.
Hace tiempo la instrucción de su caso, como imputado, se atascó en los juzgados. No se esclarecieron los hechos pero la rapidez con que detecto la avería, tras saltar las alarmas, evitó vertidos mayores y contrasta con la lentitud de la justicia. No olvido su insistente frase antes de perder los recuerdos. No aceptaba, ni estaba satisfecho con la incomprensible dilación de una respuesta judicial y repetía. -Si la justicia es lenta deja de ser justa.-

 

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3 comentarios

  • La justicia es lenta, pero nunca olvida. Esa dilación hace que su efectividad, a veces, se diluya. Las actitudes punibles deberían ser castigadas antes de que prescriban, aunque esa tardanza es menos importante que el hecho de que no se aplique en la medida en que debiera. Tu personaje vivió pendiente durante demasiado tiempo de una sanción que debería ser leve, porque él minimizó los daños lo máximo posible, pero ese pensar que pesaba sobre su cabeza una acusación fue su verdadero castigo, quizá excesivo.
    Buen relato, con muy buen trasfondo.
    Un abrazo y mi voto, Calamanda. Me alegro de coincidir contigo por aquí