Imagen de perfilEl niño y la costa

Luis Manuel Martín Toledo 

Solo tenía 9 años, pero cuando de camino al colegio miraba desde el asiento trasero a través de la ventanilla del coche familiar, era testigo a diario de la progresiva degradación del ecosistema que bordeaba la costa del pintoresco pueblo donde vivían sus abuelos. No entendía por qué las praderas y la arena daban paso a edificios cada vez más cerca del mar, le parecía horrible.

No tardaría en comprender que la empresa de construcción en connivencia con el Ayuntamiento estaba devastando la diversidad medioambiental por un puñado de euros (es un decir, el alcalde conducía un Porsche), y que pocos levantaban la voz para proteger la costa y abogar por un desarrollo sostenible.

Dos décadas más tarde, ese niño de 9 años, sentado frente los responsables de aquella destrucción, se ajustó la toga, alineó los papeles y entonó con absoluta convicción:

-Con la venia señoría…

 

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