Imagen de perfilSu señoría

PAOLA ANDREA ROCCA TARGARONA 

En sus ilustraciones, mi hija de cuatro años, suele retratarme ataviada con una toga que ondea al viento, en pose propia de algún héroe infantil. No tengo superpoderes, aunque a menudo sueño con desarrollarlos. Como cada mañana, salgo de casa forjando el plan del día en tanto el café hace su trabajo. Hago una parada exprés en la puerta del aula matinal mientras voy pensando en el «presunto» del decomiso de drogas que voy a ver en unas horas. En la sala de lo penal, la jornada es escuchar testimonio, sentenciar, y repetir la operación hasta que vuelvo a casa y continuo, adelantándome al futuro, elaborando lo que vendrá a ser la jornada del día siguiente entre lavadora, baño y cena. Es entonces, al encontrarme en la cúspide del agotamiento mental, cuando una voz pide a su señoría que le lea un cuento. Sin dudarlo, resuelvo atender la petición.

 

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