Ven, gatito, ven
Mª. Carmen Bañuls Torres · Valencia 
Aunque intento disimularlo, soy la persona más desolada de este funeral. Qué gran pérdida. Ha fallecido mi adivino, a quien he visitado secretamente muchos años. Desde que le conocí, no he aceptado un solo caso sin consultarle antes. Por eso gano todos mis pleitos. Así he construido mi reputación de abogado invencible.
Sólo mi adivino podía interpretar a Zarazustra, un gato negro de inquietantes ojos amarillos. Bastaba con mostrarle el borrador de una hoja de encargo, y Zarazustra vaticinaba si se podía o no litigar con éxito. Un leve parpadeo o un maullido melancólico tenían valor de sentencia firme.
El vidente no tenía familiares, así que su herencia quedará yacente. Nadie reclamará a Zarazustra. Insensible a la fatiga, llevo varias noches buscándolo por tejados y callejones. Tengo que encontrarlo y aprender como sea a descifrar sus oráculos. Más difícil es aventurar un fallo judicial. O eso creo.
Ven, gatito, ven.
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