Imagen de perfilAmor de madre.

Ignacio Hormigo de la Puerta 

El recurso de apelación del acusado obtuvo un previsible fallo desestimatorio. Resultaba complicado empatizar con él. Había intentado asesinar a su propia madre para cobrar la herencia. Lo había calculado todo; su historial de navegación de internet incluía tutoriales sobre cómo perpetrar asesinatos caseros e incluso había elegido el horario valle para la comisión del crimen para ahorrar en la factura eléctrica. Desconocía, sin embargo, que su madre ya tenía cita previa con la Parca la noche de autos; debía sufrir un infarto a las 00:17, momento en que decidió arrojarle un secador enchufado a la bañera. Fue irónicamente la descarga que recibió la víctima, justo antes de que saltaran los fusibles, la que reactivó su ritmo cardíaco y le salvó la vida. Ahora se pudre en la cárcel y su madre sigue viva y coleando, mandándole cada semana, puntual, un paquetito con las galletas de canela que tanto odia.

 

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