Amor de madre.
Ignacio Hormigo de la PuertaEl recurso de apelación del acusado obtuvo un previsible fallo desestimatorio. Resultaba complicado empatizar con él. Había intentado asesinar a su propia madre para cobrar la herencia. Lo había calculado todo; su historial de navegación de internet incluía tutoriales sobre cómo perpetrar asesinatos caseros e incluso había elegido el horario valle para la comisión del crimen para ahorrar en la factura eléctrica. Desconocía, sin embargo, que su madre ya tenía cita previa con la Parca la noche de autos; debía sufrir un infarto a las 00:17, momento en que decidió arrojarle un secador enchufado a la bañera. Fue irónicamente la descarga que recibió la víctima, justo antes de que saltaran los fusibles, la que reactivó su ritmo cardíaco y le salvó la vida. Ahora se pudre en la cárcel y su madre sigue viva y coleando, mandándole cada semana, puntual, un paquetito con las galletas de canela que tanto odia.
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Menudo giro sorprendente tiene tu historia. Poco castigo ha recibido para semejante atrocidad.
Mi voto y suerte.
Muchísimas gracias. No soy abogado y me ha costado horrores meter algunas palabras, ni siquiera estaba muy seguro de que la primera oración del relato estuviera bien formulada en un contexto jurídico. A ver qué pasa. Un saludo.
Creo que la parca tampoco se lo va a perdonar.
Me encanta.
Un saludo, Ignacio
La parca nunca olvida :) Muchas gracias, Margarita.
Espléndido relato, preñado de ironía y de justicia poética. Enhorabuena, mi voto y un saludo.
Muchísimas gracias, Nicolás, eres muy amable ¿Seremos parientes? Los Puerta de mi familia provienen de Osuna, en Sevilla.
Creo que mi Puerta viene de Castilla, pero no estoy seguro. En cualquier caso, como si fuéramos primos.
Me identifico con el espíritu planificador de tu protagonista, aunque yo nunca lo he utilizado con fines tan aviesos, jejeje. Y después de tanto cálculo, que sea precisamente su crimen lo que le salva la vida a su madre le da una nueva vuelta de tuerca a la palabra justicia. Enhorabuena y mucha suerte, Ignacio.
Muchísimas gracias, Ana María. A veces, no muchas, la vida es justa sin necesidad de que le echemos un cable. Un saludo.
PD: Las Ana Marías siempre aportan cosas buenas a mi vida, Ana María es mi madre y Ana María es mi pareja (Freud seguro que tendría mucho que decir al respecto).
Ya sabes lo que se dice: lo bueno abunda ;)
Vaya, quería cometer una obra de arte, como diría De Quincey, y no contaba con el secundario efecto desfibrilador. Muy ingenioso, Ignacio.
Enhorabuena.
Muchas gracias, Manuel. A De Quincey se le iba la mano con el opio y claro, luego escribía lo que escribía. Muy ingenioso es el tuyo; ¡eso es hacer de abogado del diablo! Me ha gustado mucho tu referencia al comienzo de La familia de Pascual Duarte, un personaje por el que siento debilidad.