La noche del chivato

MARIA DOLORES RUBIO DE MEDINA · SEVILLA 

Alguien se fue de boca y lo detuvieron en la playa junto a un cliente, la noche de San Juan, mientras oteaban el mar buscando las lanchas. Años después, bordó en las servilletas el nombre del negocio: “Exletrado” e imprimió en dorado el menú que había ensayado en la cantina del talego durante nueve años, tres meses y cinco días: “Pleitos y quebrantos”, “Comisión marinada en adobo de presos y rellena de faisán al aroma de trufa de guardián” y “Dulce de cárcel con clave de higos”. Con la segunda estrella Michelin perdió la magia de los fogones. Una madrugada batiendo unas claras, lo sobresaltó la sombra de su excliente y supo que la tercera estaba al alcance de la mano: “Sesos de picapleitos bocazas a sangre fría”. No hubo tiempo para anotar la receta bajo la lluvia de balazos, solo recordó la hoguera de San Juan.

 

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