LECHE DEL COPÓN
RAFAEL OLIVARES SEGUÍLos abogados del obispado presentaron demanda contra la mutua de seguros, disconformes con que se negara a aplicar el baremo de indemnizaciones por accidentes «in itinere» al vicario de Villatonda. El sacerdote había sufrido diversas fracturas cuando llevaba la Santa Custodia a fieles moribundos de la aldea. Cierto es que, al pasar junto al parque infantil, alteró su recorrido al no poder resistir la tentación de probar el columpio. El ritmo de balanceo, cada vez más intenso por el impulso de los monaguillos, propició que un revoltijo de casulla, mitra, hisopo y plegarias rodara por el suelo produciendo diversas contusiones en cuerpo y ánima que ahora los juristas trataban de reparar.
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Rafa, enhorabuena, un placer volver a coincidir contigo.
Tu protagonista más que leche se pego la gran ostia, ya no sé si con hache o sin hache, pero se la dio. Un relato lleno de mucha ironía.
Mucha suerte y votado.
Un abrazo.
Idénticos parabienes para ti, Javier. Un placer volver a repetir a contigo. Voy a leerte.
Un abrazo.
Jajaja.
Pero, qué bien cuentas esa situación «eclesiástica» tan comprometida :)
Me gusta tu relato. Muy original!!
Un abrazooo
Gracias, Petra.
Abrazos.
Hola, Rafa.
Menudo revoltijo tan divertido te has montado. No lo repararía ni un gran jurista.
Olé por ti.
Un abrazo enorme y suertísima.
Gracias, Towi.
Abrazote.
No sé si irreverente, pero que eres un cachondo no te lo quita nadie.
Dirán que ha sido un accidente, pero es inevitable pensar que esos monaguillos han empujado el columpio con toda intención.
Muy divertido Rafa
Un abrazo
Pues no creas, que al título le dí muchas vueltas pero al final decidí no autocensurarme. Afortunadamente los abogados del concurso no son inquisidores.
Gracias, Ángel.
Abrazos.
Como suele ser habitual, leerte es buenísimo para el humor.
Un abrazo
Y estar de buen humor es bueno para leer.
Gracias, Margarita.
Un abrazo.
Hola, Rafael.
Un gran texto, como tuyo que es. El título es bien irónico: una leche del copón, sí, la que se dio el sacerdote por volver a ser ingenuo, niño. Y la lucha a brazo partido entre esos dos estamentos poderosos: la Iglesia y la Mutua. Mi más muy mayor enhorabuena y un abrazo, maestro.
Gracias, Eduardo.
Celebro que lo hayas disfrutado.
Abrazo prieto.