LOS DOS LADOS DEL COLUMPIO
Julia A. García NavarroLa temperatura entre los dos oscilaba del baremo helado de la cama al más cálido ambiente, si un éxito en estrados les reportaba una buena minuta. Compartían hijos, casa y despacho pero habían olvidado que decirse y los votos que hicieron ante el vicario estaban rotos.
Si no estaban demasiado cansados los días de fiesta, se ignoraban amigablemente haciendo excursiones a buen ritmo con los niños.
Apenas discutían y no sufrían.
Una tarde de domingo se encontraron frente a frente en el parque. Espolearon por turnos la barquilla de hierro colorado que iba y venía, como un péndulo que alojara la ilusión y las cosquillas de sus dos niños.
Se miraron.
– ¿Compartida? – Preguntó ella.
– Porque no… – respondió él pensativo – Esa es la custodia que recomendamos casi siempre. Será bonito compartir desde ambos lados del columpio.
Se sonrieron cómplices y continuaron empujando.