Profesiones raras
Emma Cobo YáñezHoy se han sorprendido los niños cuando les he dicho que eras abogado. Si hubieras sido astronauta, médico o cantante hubieran respondido al unísono. Pero al escuchar “abogado” el ritmo de respuestas descendió y todos dijeron no saber lo que eras. Les fui dando pequeñas pistas para que ellos mismos descubrieran tu profesión. Al decirles que portabas una toga negra con el logo de tu Colegio Profesional bordado en grana te confundieron con el vicario de la parroquia. Cuando les dije que sabías de leyes y que ayudabas a la gente, Naim me respondió que uno de esos le arregló su custodia. Joan, que el suyo demandó cuando un columpio en mal estado le lesionó. Sara, que a su mama le reclamó el baremo que le correspondía en la oposición.
¡Ya puedes estar tranquilo, cariño! El abogado ha dejado de estar en su lista de profesiones raras.
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Nunca imaginé que la profesión de abogado podría ser considerada «rara» por la chiquillería. Hace falta volver a dar «visibilidad» a los picapleitos. Guionistas de series de televisión (al menos de las españolas): además de médicos, policías, periodistas, profesores, vecinos desquiciados… fijaos en los abogados, que hace mucho que no salimos en la pantalla y tenemos historias apasionantes y desternillantes, trágicas, cómicas y tragicómicas.
Suerte, Emma.
Muy interesante el poner sobre la mesa el qué hacemos o para qué servimos los abogados. Cosa que ni nosotros, por lo menos yo, tenemos muy claro, y mucho menos los niños. La necesidad de tener vocación de servicio creo es lo que más nos honra.
Mucha suerte Emma, es un relato muy real y está tratado muy bien el tema.