Imagen de perfilJusticia de calle

Sofía Guardado 

Estaba claro que no era la víctima perfecta a ojos de la sociedad. No se había quedado en casa llorando tras lo ocurrido, pero sí había renunciado a la compensación económica para que la pudiesen creer con más garantías.

Pese a eso y su firme testimonio, amparado en grabaciones y un par de testigos, su declaración había resultado insuficiente.

Sabía que se enfrentaría a un doble juicio, en Sala y en las redes; en cambio, la mujer y su abogada eran incansables en la defensa de sus derechos y los derechos de todas, querían recurrir por un mundo con más justicia y equidad, un mundo que debía acabar con la violencia sobre las mujeres.

Pero donde nunca se sintió rechazada fue en las calles, que se llenaron de una poderosa e inagotable marea morada de mujeres y hombres al grito implacable de: «YO SÍ TE CREO».

 

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