CARA O CRUZ

MAYTE CASTRO ALONSO · VALENCIA 

Aquel día estaba sentado en el banquillo de los acusados. El abogado intentaba sostener mi inocencia aduciendo que no podía haber falsificado el recibo del hotel porque yo no sabía escribir. Antes de entrar al juicio le dije que hiciera un pacto de conformidad con la pena. Me daba igual ya todo. No era más que un inquilino desahuciado de mi propia vida. Mi madre me abandonó al nacer y me dejó a solas con mi padre, a quien le importaba tan poco, que me hubiera vendido por un vaso de vino con gaseosa. Pero el abogado insistió. Eres inocente, me dijo. No puede uno rendirse sin luchar contra la injusticia. Sobreseyeron el caso y no volví nunca más a ver a aquel abogado. Hoy estoy de nuevo en el banquillo. El abogado que me defiende dice que vamos a conformarnos. Ni siquiera me ha preguntado mi nombre.

 

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