El entierro de la sardina

CARLOS BRAGE TUÑÓN · Madrid 

¿Sabes una cosa? Estoy harta de tu pose habitual. Siempre tranquilo. Siempre correcto. Siempre aburrido. Nuestro matrimonio no es distinto de un entierro, pero sin sardina. Parapetado en tu intimidad mis preguntas parecen más bien un interrogatorio. En el tribunal de nuestra alcoba las palabras resbalan sobre ti como el agua de lluvia sobre un paraguas. ¿Te he dicho ya lo mucho que me aburres? Aferrado a la sacristía de tu particular interior como un monaguillo se aferra a sus diarias costumbres. ¡Cómo iba a imaginar un futuro así cuando comencé la carrera de derecho! Apasionada de las leyes y el Derecho Romano no dudé en casarme con mi profesión, y establecer de esta manera nuestra convivencia…¡tan aburrida!

 

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