FALLO
Margarita del BrezoMi cliente era un escritor acusado de maltratar a sus personajes. Me pareció un caso atractivo por su excentricidad en el que litigar adquiría una connotación como de folletín de ciencia ficción.
Preparé un buen argumentario con frases fantásticas de sus cuentos y extractos correlativos de los interrogatorios que realicé, entre otros, al pirata Barbarrosa, a hadas, sirenitas y huérfanos que encontraban en América a sus mamás. Finalmente añadí las plumas y las huellas de las patas encontradas en las páginas como pruebas irrefutables de que eran ellas las que cambiaban las tramas que escribía mi cliente por otras tristes, tortuosas y lamentables mucho más acordes a sus intereses. Pero dio igual. El juez leyó el veredicto de culpabilidad y abandonó la sala con premura.
Fui un mentecato al no darme cuenta de que, mientras las perdices volaran libremente sobre nuestras cabezas, esta historia no podría tener un final feliz.
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Muy bien, Margarita
Gracias, Roomer. Ese «muy bien» me hace feliz como una perdiz.
Un saludo.
Una escritora que caracteriza a un abogado defensor de un cuentista.
Original.
Suerte, y mi voto.
Poca ciencia y mucha ficción, Manuel, y así es fácil perder el juicio.
Gracias por tu comentario y mucha suerte a ti también.
Un saludo.
Enhorabuena. Es una historia muy original. Te deseo, por supuesto, que tenga un final muy feliz y lleno de votos.
Ojalá, Juan Manuel. De momento, tu comentario ha espantado a unas cuantas aves que revoloteaban por aquí. ¡Gracias!
Un saludo
Hola, Margarita.
Un escritor que maltrata a sus personajes es verdadermante excéntrico, pero en tu micro lo resuelves como la maestra que eres.
Menuda historia te has sacado tan fantástica y, encima, metes un interrogatorio a un hada… que es de mis personajes favoritos. Olé y olé, tú.
Me encanta el tema diabólico de Manuel, pero las hadas son mi debilidad, así que el jurado no lo va a tener sencillo. Enhorabuena y esos abrazos que te mando como bufandas de cachemira.
¡¡Suerte!!
Hola, Towanda.
Para tener alguna opción de no ser procesado en una página como esta, no queda más remedio que perder un poco el juicio y contratar a las hadas como abogadas defensoras, y encomendarse a la «Divina Providencia» para que tejedoras de historias y bufandas de cachemira como tú, y otros cuantos, nos deis la más mínima oportunidad.
¡Gracias mil por tu alegato!
Yo que tú apelaría esa sentencia tan improvisada y sin motivación. ¿Qué culpa tienen nadie de que las perdices no se dejen comer? Enhorabuena. Un relato surrealista, sugerente y bien construido. Suerte.
¿Me ayudas con el caso? Salta a la vista que tu argumentario es mucho mejor que el mío.
Gracias por esos adjetivos.
Un saludo
Hola, Margarita.
Le das la vuelta de maravilla al tópico final de tantos cuentos. Esas perdices torticeras y en verdad las culpables de las tramas infelices me han subyugado. Pobre cliente escritor con tamañas enemigas. Un beso y un voto más para ti. Te lo mereces.
Hola, Eduardo.
¡Ojo avizor! Parece que las perdices están hartas de tanto cuento y han decidido emparentarse con las aves carroñeras. Ufff.
Gracias por tu comentario y por el voto.
Un beso
Enhorabuena, Margarita.
Tu relato es original, atractivo, divertido.
Me ha encantado.
Muchas gracias, Eva. Un poco de sentido del humor nunca viene mal, y más cuando la sentencia es desfavorable.
Un saludo