La familia bien, gracias.
José Manuel Garrido VerdugoCon cierta premura, el recién colegiado ultimó el argumentario de su defensa horas antes de la vista oral. Su cliente le había contratado para neutralizar el afán de su propio hermano de litigar por las lindes de unas parcelas heredadas, yermas e infértiles. El acuerdo resultó manifiestamente imposible. Ahora ambos hermanos están sentados, a cierta distancia, en la sala de vistas. Existe la convicción, asumida por el defensor, de que los peores pleitos se producen entre miembros de una misma familia. Afligido por este contraproducente estreno de su carrera, cuando llega su turno, el abogado acerca al estrado el plano de la parcela 13077A018000390000FP, y su correlativo, causantes del litigio. En ese momento, su cliente, armado con un pluma Parker, aprovecha para agujerear la yugular de su hermano. El juez levanta la sesión. El joven abogado, con cara de mentecato, arruga los papeles de su argumentario y cierra su cartera.