La toga por el hábito
JUAN LOZANO GARROTEAgotado del mucho litigar y del poco descansar, el joven abogado decidió encerrarse en un monasterio, a vivir vida contemplativa. Allí la paz vencía a la premura, y el tiempo se paralizaba en un delicioso ángulo de reposo.
Sin embargo, pronto se dejó llevar por los viejos vicios de siempre. El padre prior quedó escandalizado cuando, al explicarle las reglas de San Benito, aquel mentecato que había dejado la toga por la cogulla, le replicabla con un «disconforme con el correlativo» a cada una de las máximas que le enseñaba.
Sin embargo, el desacato mayor fue cuando, en medio de aquel confiteor cantado, justo en la parte del «por mi culpa, por mi gran culpa», el picapleitos quiso formular recurso. Violación de la presunción de inocencia, decía en su argumentario. Algunos le miraron con ojos desencajados. Al echarle de la celebración, él, por supuesto, formuló respetuosa protesta.
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Un abogado antes que fraile. Original y jocoso.
Suerte, y mi voto.
Disconformidad ante todo.
Si me permites la similitud, aunque la mona se vista de seda…
Divertido y bien hilado, lleno de imágenes.
Suerte y un saludo, Juan.
Muchísimas gracias, Margarita. Aunque, si te soy sincero, tengo la desgracia de competir con un muy buen microrrelato como es el tuyo… Si fuese el jurado te daría ya el premio. Me ha encantado, muy original.
Buenos días Juan y felicidades por tu estupendo relato que ha merecido ser el relato ganador del mes de abril. Un abrazo.