UNA NUBE EN EL AZUL CELESTE
Aurora Roger TorláTras permanecer casi un lustro en la cresta de la ola como profesional del Derecho, hoy me siento como un dinosaurio observando el siglo XXI.
La inteligencia artificial se expande como una metástasis por todo el planeta. En algún paritorio ya implantan reservorios subcutáneos a modo de bolsillos para que ningún neonato extravíe su teléfono móvil. Numerosos viandantes y conductores avanzan-algunos colisionan-al ritmo que les marcan los whatsapps.
Resultará muy eficiente subirse al tren digital cuando él te transporte con la celeridad de un viento desatado y la comodidad del sofá del hogar.
¿Me expulsará de mi profesión alguna burda imitación de un dandi de las pasarelas con coraza y entrañas de titanio?
Transformaciones tecnológicas y sociales nos empujan a convertirnos en humanos masificados y sin empatía para asumir el desafío de superar cada ITV de abogados que nos presenten y que este tsunami no nos deje en la cuneta.
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Forma audaz de describir, la invasión de las nuevas tecnologías en nuestra vida, desde el nacimiento
Las nuevas tecnologías se cuelan por todas partes. Muchas gracias por tu voto, Isabel.
Totalmente identificado con ese dinosaurio. Con la esperanza de que en la próxima ITV no me tiren por las luces, te doy un voto.
Es cuestión de reciclarse al ritmo que nos impongan.Muchas gracias por tu voto, Ángel.
Yo también me barrunto si algún día me reemplazará algún deforme amasijo de cables y pastillas de silicio. ¿O de grafeno? ¡Tanto da! La evolución darwiniana es arrolladora, y los humanos somos tan sólo la etapa intermedia entre los simios y los robots. Cada vez más lejos de la inocencia primigenia de los primates. Cada vez más cerca de la fría y aséptica carencia de empatía de los artefactos cibernéticos que heredarán la Tierra que no supimos cuidar. La contaminación (letal para los humanos) es inocua para los androides. Adaptarse o morir, como ya nos explicó Darwin.
Tu comentario es por sí mismo otro microrrelato.
Muchas gracias por tu voto, Luis.