UNA AMISTAD TRANSVERSAL
Rosalía Guerrero Jordán Lo nuestro era una amistad transversal: yo la defendía cada vez que se metía en líos y ella me preparaba croquetas. Desde niñas: ella, menuda y respondona; yo grandota y justiciera. La separaba de los macarras del patio y ella compartía conmigo su bocadillo.
Siempre sentí ese afán de protección. Supongo que por eso me convertí en abogada.
La última vez que la vi me dijo que había encontrado un trabajo, aunque tenía que viajar a otro país. Tras esquivar mis preguntas, confesó que iba a gestar un bebé ajeno.
Intenté convencerla para que no lo hiciera, pero estaba decidida.
La llevé al aeropuerto y la abracé con fuerza presagiando lo peor.
El parto se complicó. El bebé resultó dañado y ella falleció. Los compradores se echaron atrás: no querían una mercancía con tara.
Ya tengo todos los papeles para la adopción. Iré a recogerlo en primavera.
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