Imagen de perfilEL SECRETO DE SUS OJOS

Eva María Algar García 

Lo acompañaba siempre un bello y pulcro pastor alemán a la puerta del aula, donde el fiel mastín esperaba paciente hasta que finalizara la clase de Derecho Penal. Tomaba apuntes con un extraño artefacto de teclas manidas y gruesas, que, cuando se atascaban, provocaban la risa contenida de los allí presentes.
Evoco aquel recuerdo porque hoy coincidí en juicio con Germán. Defendía a la parte contraria y fue implacable en los interrogatorios. Intuía que la Sentencia recaería a su favor. Como la primavera pasada. Fue imposible razonar con mi cliente para lograr un acuerdo y ganó el caso Germán. Su dilatada formación y capacidad de oratoria lo convertían en un serio rival.
Cordialmente lo felicité por su brillante actuación y me susurró al oído una intrigante confesión: “yo sé quién dice la verdad”.
Resultaba irónico. Germán veía en la gente lo que ningún mortal podía…a pesar de su ceguera congénita.

 

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