LA PRUEBA

VERí NICA GREGORI GOBERNA · VALENCIA 

Cirilo había tenido un affaire con Doña Ana Román, la costurera del pueblo, famosa por sus encajes y sus amoríos, y ahora estaba acusado de homicidio porque alguien dijo haberle visto salir de su casa aquella noche. No tenía coartada y el pobre estaba aterrorizado, y yo, preocupado. Ese día decidí seguirlo de cerca; iba andando deprisa en dirección al puerto, pero había feria en las cercanías y la muchedumbre era enorme. Llegó hasta el muelle más apartado y lo distinguí entre los barcos amarrados, de pie y mirando el agua negra bajo la noche cerrada. Entonces recordé que no sabía nadar. Corrí hacia él y le puse la mano en el hombro.¡€™Tranquilo, las huellas del cigarro son de otro hombre?, le dije. A mi defendido Cirilo lo absolvieron de los cargos, y el amante celoso se arrepintió de haber fumado post mortem.

 

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