Dar a cada uno lo suyo
José Alberto Barrera MarchessiPertrechado con su toga y bien dispuesto, ejerció de titular del juzgado desde el estrado con expresiva locuacidad ante la concurrencia aglomerada en audiencia pública para escuchar aquel discurso forense en la exigua sala.
No fue su prosa la que lo delató, ni la excesiva verborrea para tan sumario juicio; quizás fuera ese halo de emoción con el que devanaba frases y repartía venias como quien maneja la baraja siendo mano. Fue inútil que el letrado defensor buscara y rebuscara entre sus papeles, tratando de descifrar el nombre tras la rúbrica estampada en las providencias.
Fue una intervención para la historia, en formato digital; la primera en la que un preso fugado de los calabozos condenó a un estupefacto criminal a la salomónica pena de partir su botín con los hambrientos a la salida, pronunciando de viva voz una sentencia que seguramente quedará para los anales de la ciencia procesal.