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Maria José Romero Bañolas 

Nos agolpábamos asombrados delante del cubículo protegido por un cristal blindado. Era la pieza estrella del Museo Terráqueo. La única urna electoral del planeta que aún se conservaba databa, según recientes análisis, de principios del siglo XXI. Rescatada en una antigua excavación, albergaba en su interior una veintena de papeletas milagrosamente conservadas para evitar su desintegración cósmica. Hacía 300 años que lo que fuera voto en papel se había convertido en una lectura mental instantánea, competencia del Ministerio de la Mente. El Gobierno Galáctico convocaba elecciones por mensaje universal, conforme a la normativa elaborada por el Cuerpo de Letrados Cósmicos, y millones de ciudadanos podían comunicar su voto por simple impulso mental. ¡Que antediluviano recontar los votos en papel! Nos reímos compulsivamente ante la urna, alabando las maravillas de la última tecnología electoral ¡Era fantástica! Lástima que desde que se implantó siempre ha ganado por abrumadora mayoría el mismo partido.

 

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2 comentarios

  • To understand just how strange, and wonderful, and special these early Royal Oak QPs really are, we have to go back even further. So throw on your best orange puffer vest, hop in your DMC-12, and set the clock to 1948. You see, while deeply rooted in the strange and challenging time of the 1980s, the story of Audemars Piguet’s earliest Royal Oak Perpetual Calendars starts decades earlier as the link brand ushered in the post-war era with a defined focus on calendar complications.