Sin título
Alba Mª López López · MadridUn “No hay moros en la costa” y pasos de bailarina sobre botas de media caña abrieron la noche. La unidad de Paco giró en la calle Zorrilla, hacia Marqués de Cubas, evitando encontrarse de frente con los populosos restos de la manifestación de aquella tarde. Las masas clamaban por un referéndum, pero Farruco –así le llamaba su madre- no sabía muy bien por qué éstas tomaban las calles ni en qué consistía el proceso. Eso sí, como una estrella en medio de la nada, la palabra “oclocracia” apareció en su mente, para desvanecerse rápidamente bajo el casco. Agotado el plazo autorizado, las calles debían volver a la calma dulzona de las noches de septiembre. El exoesqueleto henchido; la respiración contenida. Carrera, carga y el silencio roto. Ojos vidriosos e impacto de vidrios. Memoria de todos y otros tantos días. A medianoche un abogado penalista responde al teléfono.