VI Concurso de Microrrelatos sobre abogados
Ganador del Mes
Mi momento
Miquel Godoy Verdaguer · BarcelonaSiempre me ha gustado el silencio que se extiende en la sala cuando echo por tierra la línea argumental del fiscal. El momento de pausa, cuando la victoria te susurra al oído el giro, el golpe, la ironía que le reservaba al acusador. El momento en que la cuerda de la guitarra, tras horas de tensión, se libera flagelando la mano del que la rasgaba. El momento en que, después de haber soportado meses de angustiosa sequía, la primera lluvia primaveral hace estallar con esplendor la flor del cactus en el desierto. Justo entonces, las miradas de todos se detienen en mí. Como si entre esas cuatro paredes se acabara de promulgar una ley. Como si de un rey se tratara, sin tolerar rivalidad. Como si un dios en el cuerpo de un hombre hubiese convertido todo su poder en una ira pragmática, haciéndola caer inexorable sobre sus adversarios.
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Relatos seleccionados
JAQUE MATE
Octavio Larralde Estrada · Yaguajay (Cuba)Sus amigos le llamaban abogado de las causas perdidas. Aunque en los inicios siempre parecía anticiparse a los hechos, como si fuera capaz de intuir las decisiones que se habrían de promulgar en cualquier momento, la vida lo zarandeaba con ironía cuando llegaba la ocasión de enfrentar algún caso. En ese instante se sentía tan desolado como un cactus en medio del desierto. Su actitud no era nada pragmática, pues se pasaba las horas soñando con la victoria pero incapaz de calcular los movimientos a seguir. Se le veía luchar con ímpetu durante el proceso, pero al ver aproximarse el momento de la sentencia, simplemente se limitaba a ponerse de pie, estudiar la situación desde distintos ángulos y, al comprender que no tenía ya otra opción, inclinar su rey sobre el tablero.
0 VotosJuego de Reyes
Rocío Souto Iglesias · Ordes, A CoruñaMuchos ignoran que Fray Alejo de Burgos, monje benedictino del siglo XIII, vivió bajo la protección de Alfonso X el Sabio, y su colaboración resultó imprescindible para que el monarca lograse promulgar sus famosas Partidas. Reconocido jurista, fue también formado en la Escuela de Traductores de Toledo y participó en la redacción de la Summa Pragmática. Las crónicas de palacio relatan que frecuentemente jugaba al ajedrez con el rey. En uno de sus enfrentamientos, la inusitada distracción de Alfonso sorprendió al monje. ¡ste inquirió al monarca los motivos de su falta de atención: - Amigo mío, los musulmanes hacen peligrar la paz en mi reino. Levantando la vista del tablero, con fina ironía el monje dispuso: -Ante vuestros enemigos debéis actuar como los cactus de este jardín: pinchad toda vez que intenten lastimaros para que no alcancen a ver la debilidad del hombre bajo las púas.
0 VotosEntre togas
Roberto Sierra Gabarda · Pamplona (Navarra)Era un martes lluvioso cuando entré en tu oficina del Juzgado por primera vez. Aquel cactus sobre tu escritorio y la hilera de togas le daban un toque fantasmagórico. Con verme adivinaste que era un novato y con ironía me leíste cada las normas de uso que tanto te gustaba promulgar y que colgaban en el tablón cual pragmática real. La semana pasada nos dejaste. Entendiste como nadie a los abogados. Nos avisaste si el señor Juez estaba de mejor o peor humor. Calmaste nuestros nervios antes de una vista importante y te ofreciste a tomar un café cuado las cosas no habían salido bien. Quizás no tuvieras la mejor oficina a pesar de tus continuas peticiones. Quizás no siempre fueron amables contigo a pesar de que siempre contestabas con una sonrisa. Quizás no tuviste el reconocimiento que merecías, pero para mí, entre aquellas togas, siempre fuiste el rey.
0 VotosEXORBITANTES PRIVILEGIOS
JOS¡ ANTONIO FLORES VERA · GRANADASabía que ser abogado en aquellos tumultuosos tiempos era como digerir un cactus repleto de afiladas púas, pero era su profesión. La única que conocía desde que su padre, acaudalado artesano de la villa, se empeñara en derivar su futuro hacia la ley. Hubiera deseado guiar su carrera hacia la defensa de los desposeídos plebeyos, pero su padre no había gastado parte de su fortuna en su formación para eso, así que el progenitor, atento como estaba a los asuntos de palacio, utilizó la influencia que atesoraba como insigne miembro del "Colegium artesanal" para integrar a su vástago en el consejo de redacción de la nueva pragmática que el rey quería promulgar. Sin embargo su padre ignoraba lo que la ironía del destino le había reservado al tratarse de la norma que lapidaría los exorbitantes privilegios de los artesanos, cada vez más enfrentados con la rancia nobleza local.
0 VotosSIN TíTULO
Diego Campanella · Buenos AiresLa causa estaba realmente muy complicada. Ningún juez querría promulgar la absolución de un asesino, y todos los indicios apuntaban al acusado. La defensa sólo vislumbraba como última y pragmática instancia un juicio abreviado para reducir la pena. Pero un buen abogado, así como un buen rey, siempre tiene un as en la manga que debe utilizar cuando los manuales de derecho dieron todo de sí. En medio del alegato final del fiscal el abogado defensor saltó de su silla como pinchado por un cactus. - Su Señoría, sepa disculpar… no es ironía, pero me acaban de informar que el muerto está viniendo para acá y en solo segundos ingresará a este recinto por aquella puerta. El juez, el fiscal, los colaboradores, los taquígrafos, y hasta el propio acusado, con cara de incredulidad, miraron la señalada puerta. El muerto nunca entró. El juez absolvió al acusado. In dubbio, pro reo.
0 VotosVocación Fraternal
Ana Solla CamposLa gente me pregunta por qué me hice abogada. La respuesta corta es para ir delante en el coche de mi padre. La respuesta larga es más compleja. Decir que soy dos años mayor que mi hermano y que ir de copiloto siempre fue motivo de discursión entre nosotros (a mi me correspondía por ser la mayor; a él por ser chico). Accidentalmente descubrí la Pragmática Sanción de 1789 que restablecía la sucesión femenina en el trono español. Y así, aunque mi hermano se creía el rey de la casa, en la siguiente pelea argumenté que la ley estaba de mi parte; mi hermano se sorprendió y así pude promulgar el nuevo orden de las cosas. La ironía radica en que ahora él es piloto profesional y yo no sé conducir (imposible montarme en bici sin chocar con el primer cactus que haya), pero sigo siendo la reina...¿no?
0 VotosLa minuta
Eva María Cardona Guasch · La minutaMi padre solía quejarse de la falta de disciplina que imperaba en casa: “¡Aquí no hay ni rey ni rock!”. Tampoco él era un ejemplo, siempre preocupado por encumbrarse en la profesión, prosperar en sus negocios y trepar en política. Igual le daba promulgar pragmáticas domésticas que incumplirlas. Jamás sentí su afecto. Mi hogar era un cactus del que me alejé para no pincharme más. Un día me largué y no volví ni para enterrar a mi madre. Me convertí en un bribón. Sobreviví a base de chanchullos. El último me vino muy grande y necesité ayuda. Nadie mejor que él para salir del embrollo. Me presenté en el bufete de mi padre, ya mayor. “Tendrás que pagarme”, dijo sin ironía. Me defendió y consiguió un buen acuerdo con el fiscal. Cuando vi la minuta quise impugnarla por excesiva: “TOTAL: Perdóname”. Finalmente, decidí pagar: “Y tu a mí”.
0 VotosHabía una vez…
Laura Suárez Rodríguez · PontevedraHabía una vez un Rey todopoderoso cuya pragmática era jactarse de promulgar decretos en beneficio propio y, por ende, en perjuicio ajeno, más concretamente, de los pobres. Hasta que un día, un sabio anciano al que todos respetaban porque defendía a los más necesitados, hastiado de las injusticias que venía cometiendo el Rey, pidió audiencia con éste, quien lo despachó con ironía: “si quieres gobernar en mi reino deberás agasajarme con la flor del cactus real, que únicamente florece para quien haya nacido para mandar.” Cuál fue su sorpresa cuando, al cabo de los días apareció el humilde anciano con la flor más blanca y pura que se había visto nunca sobre la faz de la tierra, y he ahí que fuese proclamado abogado de la corte real. Desde entonces no se dictó en el reino ningún decreto sin su beneplácito y las cosas empezar a cambiar.
0 VotosEL INGENIOSO HIDALGO AD-VOCATUS
Mª Luz Aguilera Bermúdez · Torremolinos (Málaga)En un país muy cercano de cuyo nombre no puedo olvidarme, residía un hidalgo de toga negra y código en mano. El día de la ironía, el Rey Cactus vino a promulgar su ley más absurda. Decidió que los derechos de los personajes de cuento habían finalizado!. Indefensos, llamaron en auxilio al ingenioso hidalgo Ad-vocatus, quien a fuerza de pragmáticas demandas consiguió que el Alto Tribunal de Cuentilandia reconociera al Patito Feo el derecho a la igualdad, aunque fuera diferente. Al Soldadito de Plomo el derecho a la sanidad, pues le faltaba una pierna. A los tres cerditos el derecho a una vivienda digna, y la Sra. Justicia obligó al lobo a indemnizarlos. Caperucita Roja tenía derecho a la educación, así que fue admitida en la Escuela del Bosque”. – Mamá, de mayor quiero ser abogada -sentenció la pequeña mientras, a medio cuento, caía rendida en los dulces brazos de Morfeo.
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