Imagen de perfilLos que van a pleitear te saludan

Lidia Molina Gómez 

Una expectación abrumadora acompaña la subida de barrotes. Palmada en el hombro. Me lanzan a la arena. Avanzo algunos pasos. Cierta congoja desestabiliza mis tobillos zigzagueantes. Taquicardia palpitante. Contacto visual. Frunzo el ceño. Disimulo el tic de mi ceja nerviosa. Eso creo. Posición de ataque: escudo en alto. Razonamiento afilado y empuñado. Contengo la respiración tratando de descifrar los movimientos del adversario. No es baladí. Eso decían. Doy fe. Aprieto el código hasta que se torna una extensión de mi mano. Desenvaino argumentario. Golpe seco.
Su turno. Verborrea elocuente. Estrategia certera.
Linde del combate. Se hace el silencio. Bajamos las armas. Aguardamos aún en posición de defensa.
El Juez me mira desde la grada. Semblante serio. Ningún gesto. Silencio. Espera… Dedo arriba. ¡Licencia para respirar! Pleito ganado.
Me incorporo al grupo de gladiadores honorarios. Primer juicio superado… Próxima tarea: investigar si la tensión desaparece con mi condición de novel

 

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